La mayoría de accidentes en lactantes, niños pequeños y adolescentes se producen por un descuido en la atención al menor, la falta de protectores físicos en los deportes o por incumplir la normativa sobre asientos en los desplazamientos en coche en la ciudad. Entre los conocimientos más importantes que deberían tener los padres se encuentra la reanimación cardiopulmonar.

Según explica María José Pérez, pediatra del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, los accidentes más comunes en los menores son los de tráfico, los que se producen en la práctica deportiva y en los lactantes los que se dan al caerse del cambiador y del portabebés.

Por regla general la mayoría de accidentes se refiere a traumatismos, que en los niños menores de un año se producen en la cabeza y en los mayores en brazos y piernas sobre todo por no emplear protección cuando usan monopatín, patines o bicicleta.

La época del año marca las localizaciones en las que los menores tienen accidentes, así los meses con bajas temperaturas la mayor parte de percances se producen en el hogar mientras que en las fechas de primavera y verano son los parques infantiles o de ocio los que se convierten en lugares con más siniestralidad.

Pérez señala que la primera causa de mortalidad entre los menores es el traumatismo y son los accidentes de tráfico los que ocasionan más de la mitad de las muertes. Fuera de las carreteras, es clave prevenir las lesiones empleando protectores corporales en las actividades deportivas y nunca dejar sin supervisión a los niños pequeños en el cambiador de pañales.

En el caso de los accidentes de tráfico, la especialista señala que las cifras apuntan a un 3,3 por 100.000 habitantes de mortalidad infantil, lo que coloca a España en las posiciones de cola con respecto a otros países europeos. Aunque Pérez señala que las cifras están mejorando gracias a la reglamentación de las medidas de seguridad para los más pequeños, aún queda espacio para la mejora.

El problema, señala Pérez, es el riesgo en el que se incurre durante los desplazamientos de corta distancia en ciudad, en los que a veces no se siguen las normas. Además, la doctora apunta a que cuando se supera la altura de 1,35 metros en los menores se dejan de utilizar los mecanismos de seguridad en el coche cuando los cinturones aún no están adaptados a ellos, por lo que incide en que se deben seguir las recomendaciones establecidas por las autoridades.

Pérez señala que la prevención es clave ante la posibilidad de intoxicaciones derivadas de los productos de limpieza y los medicamentos, sobre todo porque se encuentran al alcance de los niños cuando deben estar bien cerrados y en armarios bajo llave. Algo parecido sucede en lo que se refiere a lo evitable de las precipitaciones por ventanas, cuando existen objetos o sillas por las que pueden trepar los niños u objetos atractivos a su vista que desean coger.

La doctora señala que es vital que los niños no se queden solos cuando están en la bañera, ya que los ahogamientos se pueden producir no sólo en las piscinas en verano sino también por falta de supervisión cuando están tomando el baño en casa. Los ahogamientos son la segunda causa de mortalidad entre los más pequeños, alcanzando el 15% entre los menores de 5 a 9 años y el 9% entre los 10 y 14 años.

Actuar con rapidez

La prioridad señala Pérez es no perder la calma y comprobar en los primeros momentos tras el accidente si existe respiración y si no es así, tras llamar a emergencias, practicar la reanimación cardiopulmonar básica hasta que lleguen los servicios sanitarios.

En la reanimación cardiopulmonar se realizan dos insuflaciones de aire y luego se aplica presión sobre el pecho del niño en 30 ocasiones colocando las manos sobre el esternón, justo debajo de los pezones. Durante la reanimación hay que comprobar si el niño respira por sí solo cada 2 minutos. La respiración boca a boca proporciona oxígeno a los pulmones del niño y las compresiones cardiacas mantienen su sangre circulando.

El principal error es, apunta la doctora, que los padres se asusten y no inicien las maniobras de emergencia. Así, Pérez señala que cuando existe una parada en un adulto la prioridad es el masaje cardiaco pero en los niños lo importante es restablecer la respiración.

En los casos de atragantamiento no hay que intentar sacar el objeto de la boca al niño a menos que se vea con mucha claridad ya que se corre el riesgo de introducirlo más adentro. Además, si su hijo tose para liberarse del objeto debe evitar golpearle en la espalda.

Lo primordial, señala Pérez, más que extraer el objeto es que el niño vuelva a respirar si ha dejado de hacerlo y tras conseguirlo trasladarlo lo antes posible a las instalaciones clínicas para que valoren el incidente. Si el niño está inconsciente debe llamar al 112 y mientras espera a las urgencias comprobar la respiración y de fallar ésta realizar 5 ventilaciones boca-boca o comenzar la reanimación cardiopulmonar si esto anterior no funciona.

Para intentar extraer el objeto o despejar la vía aérea si el niño está consciente las acciones a seguir son diferentes sin son menores de un año o tienen más edad. En los lactantes, es conveniente que el cuidador se siente en una silla y lo coloque bocabajo sobre sus rodillas para después dar 5 golpes en la espalda al pequeño, después se le coloca bocarriba y se realizan 5 compresiones torácicas y se examina su boca por si es posible extraer el objeto entonces.

En los mayores, para intentar que el objeto deje de obstruir la respiración se les da 5 golpes en la espalda y después se les agarra desde atrás para realizar 5 compresiones abdominales.

Quemaduras e intoxicaciones

En ocasiones la actuación más acertada pasa por evitar los errores más comunes. En este caso, en lo que se refiere a las quemaduras hay que evitar poner pasta de dientes u otras cremas sobre la herida. Lo correcto es poner la zona afectada debajo de un chorro de agua fría durante unos 10 minutos y cubrirla con una gasa antes de acudir a las urgencias.

En las intoxicaciones en las que hay ingestión de algún medicamento o producto tóxico no hay que forzar el vómito en el niño ni darle leche o aceite, en lugar de esto hay que llamar a información toxicológica (91 562 04 20) y acudir al hospital en el plazo más reducido de tiempo, ya que algunos tratamientos pierden eficacia una hora después de la ingestión.