Doctor, algo no funciona». Una expresión tan simple puede significar, en tan pocas palabras, un gran problema. No en vano, las disfunciones sexuales del varón son uno de los principales problemas en la consulta de Urología. Afortunadamente, hoy tenemos una respuesta: «Hay solución, funcionará».

Sería un craso error concebir la salud sin tener en cuenta nuestra salud sexual. En Centro Dermatológico Estético somos conscientes de ello y por eso hemos creado la nueva Unidad de Andrología, encargada del estudio y tratamiento de cualquier aspecto relacionado con la función sexual.

Sin embargo, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a disfunción sexual? Una de las más comunes es la impotencia o disfunción eréctil. Se trata de pacientes que o bien no alcanzan una rigidez satisfactoria o bien esta no es lo suficientemente duradera como para lograr relaciones sexuales cómodas, tanto para él como para su pareja. De ella vamos a hablar en este artículo.

«¿Hay solución?» Sí, la hay. Es innegable el avance que ha supuesto la comercialización del sildenafilo, conocido por su nombre comercial Viagra. Este y otros medicamentos, de los que ya existen genéricos, suponen la primera línea terapéutica con la que contamos. Una solución nada desdeñable si tenemos en cuenta que, siempre que sean bien utilizados, este tipo de tratamientos presenta una efectividad del 70-80% en la mayoría de los casos.

«¿Y si falla?» Podemos recurrir a una segunda línea terapéutica. Es el caso de las cápsulas intrauretrales que, como si de un supositorio se tratase, se introducen por la uretra y evitan la inyección en el pene, lo que solía echar para atrás a muchos pacientes. No obstante, estos tratamientos, que cuentan con una tasa de éxito en torno al 85%, siempre deben utilizarse una vez haya fracasado la primera línea. De lo contrario (y sé que algunos profesionales lo hacen) estaríamos perdiendo una gran oportunidad además de someter al paciente a determinados riesgos innecesarios.

«Tampoco. No ha funcionado». Entonces llegaríamos a los tratamientos denominados de tercera línea: las prótesis de pene. Esta solución puede contemplarse en los pacientes que no respondan a los fármacos o que prefieran una solución permanente a su problema. La tecnología en este aspecto está logrando grandes avances y las prótesis cada vez ofrecen unos resultados más naturales y con una calidad que permite que esta llegue a durar entre quince y veinte años.

Pero la disfunción eréctil no es la única dolencia tratable, también lo son la eyaculación precoz o la eyaculación retardada. De ellas, si tenemos oportunidad, hablaré en otra ocasión. Ahora quisiera aprovechar este espacio para señalar otra patología de la que cada vez estamos viendo más casos: la falta de deseo o pérdida de libido. En estos pacientes, cuya edad más frecuente es entre 30 y 40 años, hay dos aspectos muy importantes: el estrés, que afecta muchísimo especialmente en esta etapa de cambio socieconómico que vivimos, y la falta de comunicación y tiempo para experimentar y hablar con la pareja. Esto dificulta que sean capaces de encontrar el modo de mantener relaciones sexuales satisfactorias. Crea una ansiedad y un miedo que a la postre termina por matar el apetito sexual.

Sin embargo, al igual que los tratamientos evolucionan también lo hace nuestra actitud hacia las disfunciones sexuales. Aunque aún existe cierto tabú a tratar estos temas, este remite poco a poco e incluso comienza a ser habitual que las parejas acudan juntas a la consulta. El trabajo en pareja, el apoyo psicológico y la terapia también son factores cruciales para el éxito de cualquier tratamiento.

Por ello no puedo terminar sin recordar que todo tratamiento, sea el que sea y para la patología que sea, siempre debe ser el resultado de un diagnóstico completo y personalizado del paciente. Es fundamental. Esto incluye estudiar todo lo relativo a su historia clínica, los problemas médicos actuales y pasados así como los medicamentos que esté recibiendo; su cuerpo, mediante un examen físico; pero también los aspectos psicológicos. Porque no hay que engañarse: nuestra salud sexual también está en la mente.

Porque solo así, gracias a la combinación de farmacología, investigación y psicología podremos lograr que todo vuelva a funcionar.