El ictus es un trastorno de la circulación sanguínea que produce una lesión en el cerebro, pudiendo presentar alteraciones motoras, perceptivas, sensitivas, comunicativas o emocionales.

La mayor parte de las personas que padecen un ictus, son personas mayores, potenciales usuarios de residencias, que van a precisan un tratamiento rehabilitador global, con especial énfasis en la Terapia Ocupacional.

Desde el área de Terapia Ocupacional, el objetivo principal es alcanzar el mayor grado posible de autonomía en el entorno, por medio de un programa de tratamiento específico e individual.

Este tratamiento irá encaminado a mejorar las áreas que se encuentren afectadas, observando al paciente de manera directa, coordinándose con el equipo interdisciplinar y administrando las escalas que sean necesarias. El tratamiento motor en un paciente con ictus se centra en los miembros superiores. Ambos deben trabajar de forma simultánea para ayudarse, se pueden realizar las tareas con los dedos de las manos entrelazados para que la persona tenga conciencia del esquema corporal perdido, o introduciendo actividades bimanuales para integrar al miembro afectado/pléjico en las actividades de la vida diaria (calzarse, abrocharse los botones, subirse las medias, etc.). Esto hace que el tronco adquiera una mejor posición.

Está muy difundida la idea de dar a este tipo de pacientes una pelota pequeña, lo cual es erróneo y muy perjudicial para la mano de una persona con hemiplejia. En el tratamiento perceptual se incide en hablar y estimular al paciente por el lado afectado y explicarle a él y a su familia que, debido al ictus, pueden ignorar selectivamente todo lo que pasa en el lado afectado y no ver parte de ese campo visual.

En cuanto al tratamiento de la sensibilidad, se utilizan actividades de imitación, coger objetos de diferentes tamaños y texturas, botar una pelota, ejercicios de resistencia o trabajar con diversos tipos de tejidos y temperaturas.

Una vez que se trabajan las áreas anteriores, el terapeuta ocupacional reentrenará al paciente en aquellas actividades de la vida diaria en las cuales haya dificultad. En las que más se insiste es en las básicas (alimentación, aseo personal, vestido€), puesto que el resto requieren mayor complejidad y la mayoría de los pacientes no las van a utilizar.

Para ayudar a conseguir esta autonomía, el terapeuta ocupacional confeccionará o informará sobre diferentes férulas, adaptaciones y productos de apoyo. Si a todo lo explicado se le añaden problemas cognitivos derivados del ictus, éstos pueden ser factores que añaden más dificultad a la recuperación. Como terapeuta ocupacional se recomienda crear rutinas diarias y ayudar al paciente a conseguir la máxima funcionalidad y autonomía en las actividades de la vida diaria.