A principios del siglo XX, el fotógrafo alemán Karl Blossfeldt deleitaba al mundo con sus atemporales imágenes botánicas, mostrando el arte y la elegancia escondidas en la naturaleza. Su destreza en el juego de las texturas, líneas y contrastes capturaba los secretos más recónditos de flores y plantas, hasta convertir a sus musas en auténticos objetos de culto.