No me gusta lo esotérico, prefiero la ciencia. Aun así, tengo que decir que mi experiencia ibicenca de hace muchos años me enseñó que la isla es un lugar magnético y telúrico que te atrae como una representación gráfica de La divina comedia de Dante o El Jardín de las delicias de El Bosco, como un ir y venir fluido entre el cielo y el infierno, entre lo primitivo y lo moderno, y entre la noche y el día.