Pasamos el 60% de nuestra vida en casa. Por eso, es importante que nuetro hogar sea el mejor lugar, el que nos genere bienestar. El pasar tanto tiempo en casa ha hecho que el número de reformas se haya incrementado. Se reforma por diferentes razones: desde mejorar la funcionalidad y confort hasta actualizar un diseño y decoración anticuados.

Una reforma puede acometerse a solas o con ayuda de un aparejador o arquitecto técnico.

La diferencia entre encargar la obra al contratista o hacerlo asesorado por un aparejador radica en que el constructor vela por sus intereses mientras que el arquitecto técnico trabaja en beneficio de la propiedad y por tanto, del propietario.

La información técnica del inmueble que el aparejador puede obtener resulta de gran ayuda al planificar la obra, ya que indicará qué técnica constructiva emplear, qué es aprovechable, qué debe de ser sustituido, etc.

Escuchadas las necesidades y gustos del cliente, el aparejador vuelca la información en un proyecto que incluirá materiales, planos y mediciones necesarios. Este documento también servirá para tramitar la licencia municipal.

La figura del aparejador o arquitecto técnico durante la reforma agiliza el proceso constructivo pues ayuda a elegir las contratas, coordina los trabajos y lleva el control económico de la obra, lo que limitará imprevistos que la encarecen o dificultan.

Planificar la reforma es una inversión porque además de alargar la vida útil de las viviendas mejora su habitabilidad y el bienestar de quien la habita.