Dorados, terciopelos, tapicerías, papeles pintados y alfombras con grandes flores al estilo de las pinturas flamencas de los Brueghel o Rubens, ebanistería muy vistosa, como las taraceas... El lujo y la ostentación han dejado de estar proscritos, también en decoración. Pero, como en todo, hay buen y mal gusto.

Estas piezas se dejan seducir por la opulencia, pero con un aire renovado que toma lo mejor de un estilo con elegancia. Se recomienda mesura.