Debido a su belleza y a su capacidad de transformar los espacios, las flores son para muchos un lujo casi necesario. Para trabajar con una materia prima tan delicada se requiere una sensibilidad especial, por lo que la de florista es una profesión calificada como un arte. Y, como tal, avanza, con giros y novedades sorprendentes. Hoy, los expertos apuestan por crear ramos cuadrados, deconstruidos, colgantes, de estilo vintage o inspirados en bodegones barrocos. Composiciones que incorporan elementos no florales, como nidos, mariposas, telas, verduras, acero o plantas carnívoras, y ramos que juegan con las transparencias de los jarrones que, en ocasiones, se funden con ellos al estar recubiertos de flores o hechos con hojas.

Estas nuevas tendencias se recogen en el libro Floral Contemporary (ed. Thames & Hudson), donde se muestra el trabajo de 38 floristas de todo el mundo. Los perfi les se acompañan de centenares de fotografías de sus creaciones, muchas de las cuales apuestan por la sostenibilidad: dígalo con flores, sí, pero mejor de temporada y autóctonas.