Cuando quienes no suelen pensar en las energías las sienten muy muy fuerte en algún rincón del mundo, uno se plantea si ese rincón tiene algo especial, si guarda alguna extraña vibración que te envuelve, te aísla de esa mochila que traes en la cabeza y te pone en una bandeja para que disfrutes de este momento y nada más. Solo de este momento.

En este caso, ese uno soy yo y ese rincón es Cabo Polonio, a donde llegué por la suerte de un consejo a tiempo. Una persona que se cruzó en mi camino, en este mi primer gran viaje, me habló de este espacio en la costa uruguaya y me aseguró que cuando estuviera allí, la noche cayera y saliera la luna, me acordaría de ella y se lo agradecería.

Cabo Polonio tiene mucha mucha magia, no es para nada un sitio normal: sus habitantes no cuentan con luz eléctrica ni con agua potable en las casas. Además, nadie puede llegar hasta aquí en su coche, todo el que se quiera acercar tiene que coger uno de los conocidos 'camellos' que atraviesan las dunas. El aislamiento y el frío marcan a la población.