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Hoy es martes en Orihuela

Nueva normalidad, viejos asuntos

El bicho se ha cargado muchas cosas -por ejemplo, la vida de muchos mayores en Residencias de la Tercera Edad-, pero a nuestros políticos parece que les importa un pimiento. ¡Se lo pasan por al arco del triunfo y, en muchos casos, olvidan con una facilidad pasmosa! ¡Van a tener que comer «rabos de pasas», que, como decía Angelita, mi madre, son buenos para la memoria! Ellos, para desviar la atención sobre lo que realmente importa, van a lo suyo y se quedan más anchos que largos. ¡Ni bicho -y sus daños colaterales-, ni leches! Uno tiene la sensación de que los planteamientos partidistas prevalecen sobre los intereses de la ciudadanía. Es como lo de «gobernar para el pueblo, pero de espaldas al pueblo» que promulgaban los jacobinos. Sus prioridades -las de nuestros desgobernantes- son diferentes a las de sus desgobernados, porque ellos buscan salvar sus reales posaderas (culo, para el pueblo llano) y si para eso hay que pisar cabezas, se pisan! Aun así, la vida sigue y, como he dicho en alguna ocasión, «el show debe continuar», porque así lo exige la sociedad. He leído en el periódico -otra vez-, que «el PSOE acusa a la Diputación de alentar una guerra partidista del agua al negarse a que se recorte el Tajo-Segura». Una guerra que yo creía superada -o casi-, pero que -como a Franco- ha «resucitado/desenterrado» el Ministerio para la Transición Ecológica -¡hay que ver qué nombres más bonicos se han inventao en La Moncloa para acoger en su «regazo/seno» a la nueva oleada/hornada de ministros y ministras!- cuya titular, Teresa Ribera -también vicepresidenta cuarta del «staff gubernamental» de Pedro Sánchez- ha quitado la espoleta a esa bomba de relojería que es el agua y que tantas susceptibilidades despierta entre los agricultores, que, si por algo se caracterizan -en la Vega Baja- es por aprovechar al máximo cada gota de agua que les llega -¿verdad Eladio Aniorte?-. El ministerio «ha decidido rebajar en un 30% el trasvase máximo mensual del Tajo, pasando de 38 hm3 a 27 hm3». Recordemos que esta guerra no es nueva. Los ex presidentes autonómicos Ramón Luis Valcárcel (Murcia) y Francisco Camps (Valencia) apadrinaron, tras un cónclave pepero celebrado en Orihuela, la máxima de «Agua para todos». ¿Os suena aquello de «las dos Españas» de las que hablaba Antonio Machado? En este caso serían la España que tiene agua y la que pasa sed, pero que de vez en cuando se ahoga, como en el mes de septiembre pasado. El poeta decía que «una de las dos Españas ha de helarte el corazón», y la verdad es que no le faltaba razón al hombre.

No es nada nuevo lo de «matar al mensajero». Es algo tan viejo como la misma profesión periodística. El primero en utilizarla fue el historiador y filósofo griego/romano Plutarco -46 a.C.-, en su obra «Vidas paralelas». Se habla de matar al mensajero cuando se culpa a una persona de portar malas noticias en vez de responsabilizar a quien las origina, siempre que no agraden a quien las recibe. Pues a Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del gobierno social-comunista -según Santiago Abascal (Vox)- y Marqués de Galapagar, y al portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique -«condenado por contratar en negro» a su asistente-, no les gusta que se hable del «caso Dina». Están «ametrallando a tol que se mueve», siempre que tenga que ver con la prensa, que, como decía Blas Piñar en sus buenos tiempos, vuelve a ser canallesca. ¡A mí -mensajero- me han querido matar/callar en más de una ocasión! Una duda, ¿por qué se habla libremente del «caso Corinna», con el Rey Emérito de por medio, y no se puede hablar del que está investigando la Audiencia Nacional y en el que está involucrado «el dueño de su calle» -como Fraga «en Galapagar? ¡Nueva normalidad, viejos asuntos! Iglesias dijo: «En política no se pide perdón, se dimite».

¡Aplícate el cuento, chaval! ¡Por la boca mueren el pez y el político con incontinencia verbal!

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