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CORONAVIRUS

Tomar el fresco en la puerta de casa en la nueva normalidad

Regresan con prudencia a los portales de pueblos y barrios de la provincia las tertulias en la calle

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Tomar el fresco a la puerta de casa en la nueva normalidad

Tomar el fresco en la puerta de casa, esa costumbre tan tradicional en pueblos (y no tan pueblos) de la geografía alicantina, se tiene que adaptar (también) a los tiempos de pandemia. La cuestión no es baladí. Con el verano y la calor, sentarse con los vecinos y familiares en la puerta de las casas con la fresca de las tardes es la principal actividad de ocio y socialización de miles de personas que continúan disfrutando de una práctica ancestral. Los corros de sillas, silletas, e incluso alguna mecedora, se instalan sobre la acera o bajo el bordillo, sobre el asfalto, para que mayores y pequeños disfruten de la cercanía y de la vecindad en las tardes veraniegas.

Mari Carmen González, vecina de Torrevieja, lleva 50 años sacando las sillas a la puerta de una de las pocas casas de planta baja que quedan todavía en la ciudad. La charla, los pasatiempos y una puesta al día de las noticias que le son más inmediatas a vecinos y vecinas se puede prolongar en las calles hasta la madrugada. Y eso, dicen, en una temporada que puede durar hasta bien entrado el mes de octubre, mientras el buen tiempo lo permita.

Pero el coronavirus no sabe de costumbres, ni de temporada de verano, ni de la calor. Y si hasta ahora los mayores «enemigos» de esta práctica estival eran los conductores (forasteros sobre todo) a la caza de los aparcamientos que suelen ocupar los vecinos en estas improvisadas reuniones callejeras, la mayor amenaza que se cierne sobre esta práctica saludable donde las haya viene de las medidas preventivas que hay que tomar ante la covid-19. Y la cosa no está para mucha cercanía. Tampoco en los pueblos. Prevenir contagios y posibles rebrotes es prioritario.

«Teníamos muchas ganas de volver a la calle. Es algo que hemos hecho toda la vida. Lo único que molesta un poco es la mascarilla» -explica Lola Gómez en la Rambla Juan Mateo de Torrevieja. La precisa regulación del gobierno en materia de seguridad sanitaria para la «nueva normalidad» ha olvidado la práctica de esta popular actividad tan extendida en los meses de verano. Muchos vecinos sin embargo han adaptado las medidas que se exigen en terrazas y bares para sus típicas reuniones y establecen distancia social entre personas -que no son de la familia- arreglándoselas para ocupar un poco más de espacio en la calle. Tienen que tener sitio todos los tertulianos y tertulianas habituales. Cada cual se lleva su propio asiento, por eso no hay problema de desinfección. Y la mascarilla tampoco falta. Es lo que hay.

«Nos ponemos sobre las ocho y podemos estar aquí hasta pasadas la una de la madrugada. Nos encanta estar al fresco», explica Mari Ángeles Tur, junto a su marido Patricio, en la calle San José de Torrevieja. «Hemos hecho hasta cumpleaños», recuerda Tomás Martínez, otro vecino del barrio, que disfruta de la tarde unos pocos metros más allá.

Con mascarilla o sin ella

Desde hace un par de semanas aceras de los barrios de ciudades y municipios de la provincia donde son mayoría las plantas bajas se han poblado tímidamente de vecinos con ganas de conversación, cenas al aire libre y juegos de mesa. Con mascarilla o sin ella, con más o menos distancia social, pese al coronavirus la estampa de vecinos y vecinas tomando el fresco sentados en la puerta de sus casas sigue poniendo el contrapunto popular y costumbrista de las calles en verano. «Hasta los turistas no paran de hacernos fotos».

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