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El drenaje sin control de las urbanizaciones de Torrevieja acaba con el rosa de la laguna salinera

El espacio protegido recibe ahora un enorme volumen de agua dulce desde residenciales que carecen de red de evacuación y que se desvía cuando hay lluvias torrenciales. Las aguas, que cambiaron de color por falta de salinidad en febrero, podrían tardar meses en recuperar su popular pigmentación

El drenaje sin control de las urbanizaciones de Torrevieja acaba con el rosa de la laguna salinera

El drenaje sin control de las urbanizaciones de Torrevieja acaba con el rosa de la laguna salinera

La laguna rosa ha perdido su color. El intenso proceso de urbanización del entorno lacustre y del término municipal de Torrevieja ha modificado el frágil equilibrio ambiental de la lámina de agua de las salinas. Miles de hectáreas de suelo por las que hasta hace cincuenta años se filtraba el agua de lluvia, están ahora colmatadas con viales, viviendas e infraestructuras. Son residenciales en los que ni siquiera se planteó una red de pluviales (que encarecen los costes de urbanización), de manera que ante cualquier episodio de lluvias torrenciales el impacto sobre la laguna es cada vez mayor porque la necesidad de evacuar el agua para evitar que anegue barrios enteros, ha terminado por derivarla a la laguna como única opción. Y eso tiene sus costes ambientales.

No es la primera vez que la laguna de Torrevieja pierde su característica pigmentación rosa, pero sí que esa situación se prolonga durante varios meses a las puertas del verano. Cuando el agua rosácea que caracteriza la laguna salinera torrevejense mutó en un marrón verdoso el pasado mes de febrero después de la tromba de agua que dejó la borrasca Gloria, se esperaba que, como en otras ocasiones, las altas temperaturas, la evaporación y los levantes fueran recuperando la estampa habitual del humedal, esa que ha hecho de la laguna un paisaje único y global. Pero eso no ha ocurrido. La saturación de más de 300 gramos de sal por litro en un ambiente en el que solo pueden sobrevivir unos microorganismos extremófilos es la que da esa pigmentación rosa a las aguas. Pero los extraordinarios aportes de agua dulce han diluido la alta concentración.

El agua de la lluvia discurre por escorrentía superficial en la mayoría de residenciales -y va a parar por gravedad- a las 1.400 hectáreas de lámina lagunar. La falta de infraestructuras que encaucen ese agua hasta el mar tampoco se atenúa con otras medidas como la instalación de tanques antitormentas o el diseño de pavimentos que permitan que se filtre el agua en el subsuelo. Solo la futura macrourbanización de La Hoya, donde hay previstas 7.000 viviendas, contempla el tratamiento permeable del asfalto. El resto de residenciales -más de 100.000 viviendas construidas entre mediados de los 70 y la actualidad-, carecen de medidas para evitar esa aportación extraordinaria de agua. La situación es preocupante no solo desde el punto de vista ambiental. También de la actividad que genera la industria salinera ya que la entrada de agua dulce a la laguna hace peligrar la productividad de una de las principales salinas de sal marina de Europa.

Torrevieja y el sur de la Vega Baja están registrando cifras de precipitaciones en el actual año hidrológico -de septiembre a septiembre- que no se producían en décadas. En el caso de Torrevieja casi 700 litros por metro cuadrado y en algunos puntos de la comarca hasta 1.000 en episodios cortos de lluvias torrenciales como la DANA de septiembre de 2019, la borrasca Gloria a mediados de enero y las precicipitaciones continuadas de esta primavera.

Una dinámica natural

Para Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA) lo que está ocurriendo hay que ponerlo en el contexto de una dinámica natural que en este caso se está prolongando de forma excepcional. El grupo ecologista valora que lo que se ha producido en la laguna "más que drenaje sin control de las urbanizaciones, es la propia urbanización sin control de su entorno, que parece no terminar nunca con la próxima y absurda construcción de varios miles de viviendas en el sector de La Hoya".

El portavoz del grupo ecologista, Miguel Ángel Pavón, indica que el intenso color rosa de las aguas de la laguna de Torrevieja es un componente más de su ciclo natural, aunque apunta que "su mantenimiento durante gran parte del año se debe a un proceso artificial provocado por la industria salinera para incrementar la producción durante todo el año y que en el caso de Torrevieja se obtiene a través de la aportación de salmueras de sal gema procedentes de Pinoso -una infraestructura construida a principios de los setenta y que permitió doblar la producción hasta las 600.000 toneladas-, que generan la hipersalinidad y la consiguiente aparición de bacterias y microalgas que le dan su color."

Pavón considera que "al final el agua de la laguna de Torrevieja irá aumentando su salinidad y la Artemia será sustituida por las bacterias y microalgas halófilas que volverán a proporcionar a la laguna su característico color rosado".

De dónde llega

Desde finales de 2016 la sucesión de episodios de intensas precipitaciones ha desbaratado cualquier previsión de alcanzar la producción estándar de 600.000 toneladas anuales de sal. La salinera construyó una mota para dividir la laguna y preservar al menos el 50% de la producción. Se proyectó para evitar que los importantes aportes de la rambla de la Fayona cuando llueve torrencialmente no afectaran a la «cosecha». Pero ahora también se producen desde una zona que históricamente era menos conflictiva: el entorno de Las Torretas.

El agua de escorrentía llega con recorridos de varios kilómetros. Parte desde los desarrollos urbanísticos de Nueva Torrevieja, la Avenida de las Cortes Valencianas, Delfina Viudes, a lo largo de la N-332 y la CV-90 para terminar en balsas de laminación que apenas sirven para impedir que anegue parte de Las Torretas cuando caen más de 30 litros por metro cuadrado. Las entradas de agua dulce en todas la orillas llegan a medirse en hectómetros: 10 a finales de 2016.

Los flamencos se habitúan a la falta de actividad en el humedal... y se quedan

Desde hace unas semanas la laguna de Torrevieja acoge entre 500 y 1.000 ejemplares de flamenco. Es la primera vez que ocurre en los últimos 35 años. Comenzaron a escasear cuando la salinera construyó el salmoreoducto a principios de los años 70. La presencia de esta especie es habitual en la vecina laguna de La Mata con aguas menos salinas y más ricas en artemia -base de alimentación de los flamencos-, y sobre todo con un entorno mucho más tranquilo y protegido. ¿Qué ha cambiado? La actividad de extracción de sal está muy limitada desde el episodio torrencial de la borrasca Gloria, al que han seguido otros episodios de precipitaciones, de forma que el agua anega parte de la mota que divide la laguna.

La Conselleria de Medio Ambiente está realizando un seguimiento de estos flamencos, una especie presente también en El Hondo y Santa Pola, que en España solo nidifican de forma permanente en la laguna de Fuente de Piedra (Málaga) y de forma menos numerosa en las salinas del Delta del Ebro y el Parque Nacional de Doñana. Las condiciones necesarias para que nidifiquen estas aves, que construyen nidos muy singulares, son específicas. Requieren de un nivel de agua determinado, y sobre todo, mucha tranquilidad con nulo impacto de actividades humanas ni incursiones de fauna como gatos silvestres.

Al sur de Alicante los flamencos han nidificado en las Salinas de Santa Pola y en El Hondo. En este último humedal una colonia consiguió sacar adelante 400 pollos en 1997, 454 parejas lo intentaron en 2010 sin éxito al abandonarse los nidos por la bajada del nivel del agua y en 2012 los nidos de 90 parejas fueron depredados al bajar el nivel del agua. En 2001 intentó nidificar una colonia en la laguna de La Mata, sobre cuyas orillas llegaron a construir 17 nidos, según fuentes de Amigos de los Humedales del Sur de Alicante.

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