El Partido Popular de Torrevieja es un auténtico experto en el "gatopardismo". Esa corriente que mezcla, a mí me lo parece, nostalgia por lo sido, privilegios adquiridos con el ejercicio del poder a lo largo de décadas y un absoluto miedo al cambio. Sobre todo si ese cambio amenaza con poner sus intereses patas arriba.

La alternancia democrática es su mayor enemigo. Sólo así puede entenderse que Eduardo Dolón siga haciendo oposición a José Manuel Dolón en cada pleno. Con lo que este último va camino de convertirse en el político retirado más nombrado en todo el territorio nacional. La tierra quemada, la laminación de la figura del anterior alcalde y todo lo que este representaba y sigue representando parece ser la estrategia para evitar una nueva pérdida del poder municipal. Para ello no desperdicia ocasión de presentar una enmienda a la totalidad al legado del gobierno progresista que le desbancó con la fuerza de los votos de una mayoría de los torrevejenses, les guste o no a los que por hache o por be sacaban y continúan sacando su particular beneficio del pebetero municipal. Y ciertamente, volverá a ocurrir.

Estas cosas, afortunadamente, me refiero a la alternancia política en el consistorio, suelen pasar en democracia. Aunque en Torrevieja durante casi tres décadas el partido popular campó a sus anchas, sin alternancia alguna. Cuya herencia envenenada estamos pagando con creces todavía. Y la oposición debería no olvidarlo y hacer reflexión sobre el futuro y las consecuencias que otra actitud que no sea la de una fiscalización incansable pudiera acarrear ante una ciudadanía que en las últimas elecciones generales se ha decantado abiertamente por opciones políticas de progreso.

La gran virtud de los "gatopardistas"Salvini

Raymond Chadler