Miguel Ángel Morcillo vive la pandemia de coronavirus desde la primera línea, como jefe de cirugía del Hospital Vega Baja. Este Sábado Santo debía ser el protagonista de la procesión del Santo Entierro y cruzar la catedral de Orihuela , un privilegio gracias a una bula papal de 1620 que le está permitido como Caballero Cubierto, una figura secular de la Semana Santa oriolana, declarada de Interés Turístico Internacional. Pero el maldito virus contra el que lucha como el resto de sanitarios de medio mundo, dio al traste con sus ilusiones, por segundo año consecutivo. En 2019 pudo dar su discurso en la recepción en el Colegio Santo Domingo, pero una inoportuna lluvia obligó a suspender la procesión del Santo Entierro, en la que desfila, y organizada por el propio Consistorio.

El Ayuntamiento volvió a nombrarle a principios de este año para ostentar esa figura, pero la suspensión de la Semana Santa por la crisis sanitaria hará que tenga que ser nombrado Caballero Cubierto, de nuevo, en 2021, por tercer año consecutivo. Dice que lo importante ahora, como cirujano, es acabar con el «bicho».

En 2021 será por tercer año Caballero Cubierto, algo histórico.

Oficialmente lo tiene que aprobar el pleno del Ayuntamiento de Orihuela el que repita (risas). Pero la tradición marca que mientras no cruce la catedral cubierto con la chistera repetiré como Caballero Cubierto. Aunque el año pasado, el acto que se hizo en Santo Domingo fue precioso, a pesar de que después, por la lluvia, no pude salir en la procesión del Santo Entierro. Para mí fue lo más entrañable que he visto en mi vida, es más que suficiente por la dignidad que querían darme y lo que represento como sanitario.

¿Cómo se ha tomado que en dos años consecutivos no pueda procesionar?

El año pasado fue diferente, fueron muchos nervios y la procesión se suspendió en el último momento por la lluvia, no sabíamos si se iba a suspender, incluso, el acto de Santo Domingo, había mucho desconcierto. Al final el acto se celebró a las cinco, pero la procesión no pudo celebrarse. Este año es diferente. Lo veía venir desde el punto de vista de médico que soy porque viendo lo que estaba pasando en China y, sobre todo, en Italia, era de esperar que llegara a España. Al darse los primeros casos ya había comentarios de que se iban a suspender muchos actos y cuando se reunieron en València y decidieron suspender las Fallas ya estaba claro que detrás iba la Semana Santa y lo fui asimilando, no como el año pasado que vino de golpe. Hay otros problemas más acuciantes, así que en casa nos lo hemos tomado de otra manera.

Nunca se hubiera esperado, cuando le nombraron en marzo de 2019, que no podría ejercer ni ese año ni al siguiente...

¿Quién se puede esperar una situación así? Lo de la lluvia aún te lo puedes imaginar, porque puede pasar como le ocurrió a otro Caballero Cubierto, Paco Sáez, que tuvo que repetir al año siguiente. Pero lo de la pandemia nunca. Yo en broma le digo a Paco, con quien tengo mucha confianza, que lo suyo era normal ya que era el presidente de las aguas -era gerente de Hidraqua en Orihuela- (risas). Pero yo, «¿qué tenía que ver un médico para llover?», le digo de broma.

Pero es histórico ser tres años Caballero Cubierto.

Sí, me dicen que he batido un récord. Hay gente que ha repetido porque tengo un libro de Caballeros Cubiertos que vienen etiquetados desde 1750, aunque la tradición es más antigua, pero no tres años seguidos, la mayoría eran marqueses, condes o generales, que se nombraba a la misma persona pero en años diferentes. Este año, además, era el cuarto centenario de la bula del Caballero Cubierto, la primera fue en 1620. El momento en el que pueda celebrar la procesión del Santo Entierro será un honor, con la ilusión plenamente renovada y lo disfrutaré como si fuera la primera vez que ostento el cargo.

¿Cómo está viviendo esta Semana Santa tan atípica?

De forma intensa, como he hecho durante la Cuaresma. Viviéndola desde el balcón, con esa música que se escucha de La Pasión, con bandas grabadas y vídeos en redes sociales que nos hacen vivirla con intensidad. Es rara porque el tema sanitario es muy importante y a mí me absorbe todo el tiempo como cirujano que soy. Aunque el Sábado Santo estaré alegre y a la par triste, porque es el día que tendría que culminar el trabajo de todo este tiempo.

Como sanitario, ¿cómo convive con esta situación?

Cuando llego a casa del hospital tengo que seguir todo el protocolo de dejar la ropa, ducharte, prepararte, porque no vivo solo, vivo con mi familia, y la tengo que cuidar de este virus.

Claro, está usted en primera línea en esta crisis sanitaria.

Los medios son escasos y están llegando más ahora, y por eso hay que priorizar con lo que tenemos, es el gran problema que hemos tenido estos días. Este bicho va a seguir dando coletazos y no debemos bajar nunca la guardia y mucho menos ahora que estamos viendo frutos con una bajada de contagios por el confinamiento. Pero no hay que relajarse ni a nivel social ni sanitario. El bicho se va a vencer a base de esfuerzos.

En cierto modo está ahora cumpliendo con los atributos que se suponen de un Caballero Cubierto, como su ayuda a los demás...

Bueno, el reconocimiento que se hace sobre esta figura es la de tener unas virtudes, una honestidad. Yo lo siento como cualquier sanitario, intento ejercer como Caballero Cubierto siempre, porque el cargo no es de la Semana Santa. Todo el año trato de representar a esa entidad, los valores de esta figura y más ahora como sanitario que soy.

Esperemos que a la tercera vaya la vencida y pueda cruzar cubierto, por fin, la catedral.

(risas) En eso confío. Pero si tiene que ser una cuarta, lo seré, aunque el año que viene confío que no haya fuerza mayor que suspenda los actos de Semana Santa, no por mí, por el trabajo de las hermandades y cofradías. Me ha dado mucha pena por el desánimo de anunciar que se suspenda una Semana Santa como la nuestra. Dios dirá.