La flota de pesca artesanal de cerco, como parte del sector primario, no ha paralizado su actividad. Ayer martes, bajo una fina lluvia, se desembarcaba el pescado en el puerto pesquero de Torrevieja, como cada mañana que el tiempo lo permite, tras la faena nocturna. Las capturas de sardina se desembarcaban como siempre, caja a caja, a pie de borda. En torno a una decena de embarcaciones de cerco, la mayoría con matrícula de la Región de Murcia, tienen Torrevieja como puerto base, y durante las últimas jornadas, de excepcional situación en tierra, a los pescadores les ha estado preocupando más el mal tiempo, que se va a prolongar el resto de la semana en el mar, que la pandemia de coronavirus.

Los trabajadores de la mar trabajan en condiciones duras y una parte importante de su retribución semanal depende del volumen de pesca desembarcada que pueden vender en la lonja. En cada una de las embarcaciones de cerco especializadas en la pesca de pescado azul trabajan en torno a diez personas. En el caso de Torrevieja pasan toda la semana durmiendo en el barco, que es su casa, y vuelven a sus lugares de origen una vez a la semana.

La actividad en la lonja estos días es menor. También el acceso a personas a ajenas la lonja y el trasiego de grandes camiones ha descendido. Las ventas se están centrando en las capturas de boquerón pequeño en uno de los puertos con mayor volumen de facturación de esta especie en el Mediterráneo español. Si el levante lo permite volverán a salir a faenar, como siempre.