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De certamen literario a guion de película

Cuatro de los seis galardonados, entre ellos un oriolano y una alicantina, de un concurso en Aspe se quedan sin cobrar al ser avisados de que eran los premiados tras la gala de entrega

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Nadie gana, pero hay quien pierde. Dinero. Y no poco. Sobre todo para tratarse de un premio provincial. El XXI Certamen Géminis de Narrativa Breve, convocado por el Ayuntamiento de Aspe, se ha visto envuelto en una polémica por nadie buscada, según aseguran las partes, pero encontrada, como se ha visto finalmente.

Cuatro de los seis premiados (algo más de 2.000 euros en metálico sobre el total del montante) no han recibido la gratificación económica de sus galardones por una «legal» y simple razón: no asistieron al acto de entrega de los premios y las bases así lo requerían. Pero es que nadie avisó a los galardonados y, hasta ahora, desde la organización siempre lo hacían, como reconoce el propio concejal de Juventud, Jonatan Molina, quien ahora asegura que «nada me haría más feliz que encontrar una solución a esta situación pero desgraciadamente el jurista del Ayuntamiento me dice que no existe».

El embrollo tiene tintes de «españolada» cinéfila. Comencemos por el principio. Edición número 21 de los premios literarios. Primera escena del guion. La convocatoria. Se hace el 3 de mayo del pasado año y refleja en sus bases una cláusula muy concreta: Punto 12: «La no asistencia del ganador a recoger el premio en la fecha citada en la base 11 -1 de diciembre- supondrá automáticamente la anulación del importe económico del galardón».

Segunda parte. «Dos semanas antes del acto de entrega me puse en contacto con los técnicos de Cultura del Ayuntamiento para preguntar sobre el acto y sobre el fallo. Me dicen solamente que el acto será el 1 de diciembre y que allí se harán públicos los premios», afirma Pablo Escudero, autor del relato «La metamorfosis: la cucaracha que no había leído a Kafka», primer premio del certamen en la categoría de los mayores de 30 años.

Experiencia en premios

Este escritor oriolano, afincando en Madrid, ha conseguido más de 30 premios literarios en su trayectoria y esperaba lograr uno en el certamen de Aspe, pero «al no decirme nada en ese momento y no recibir ninguna comunicación posterior, como sí se hace en todos los concursos de España desde siempre y también se hacía en Aspe hasta esta edición, entiendo que no voy a ser premiado y me olvido», relata.

Tercera escena. Acto de entrega. El 1 de diciembre, el aspense Teatro Wagner acoge la gala. La ausencia de cuatro de los seis premiados, incluidos los dos primeros, causa desilusión, pues desluce el evento y el certamen, pero también extrañeza. «En la propia gala, según me contó un asistente, los responsables dijeron que estaban extrañados ante la falta de tantos premiados, a los que harían llegar sus premios», expone Alba Varón, escritora alicantina afincada en Valencia y autora de la obra ganadora en la categoría de menores de 30 años. Su trabajo, «El mundo que me espera», parece premonitorio. Perfecto para un gran guion cinematográfico? Por desgracia, la realidad siempre supera la ficción.

Cuarta escena. El 2 de diciembre, el Ayuntamiento envía un correo electrónico a todos los participantes con el fallo del jurado. «Estuve trabajando toda la campaña de Navidad en dos tiendas para conseguir el mismo dinero que podría haber ganado con el premio. Estoy estudiando en València y tengo que trabajar duro para pagar mis estudios. ¿Qué cara creen que se me quedó cuando supe que era la ganadora y que no iban a darme el dinero?», explica la joven autora.

Antecedentes

Quinta parte. El enfado. Los premiados sin premio en metálico llaman al Ayuntamiento de Aspe. Alba Varón les dice que «el año pasado y el anterior gané un segundo y un tercer premio. Días antes de la gala me llamaron para decirme que era muy importante que asistiera. Lógicamente no quieren o no pueden desvelar si he ganado o no, como en todos los concursos, pero si te dicen esto sabes que vas a obtener premio y acudes, aunque no sepas si es el primero, el segundo o el tercero». En la misma línea, Pablo Escudero asegura que «nunca me había pasado algo así y me han premiado en más de 30 ocasiones. Siempre me han avisado antes. Es de sentido común, además de sentar precedente por ser costumbre en el caso de Aspe».

Sexta escena. La denuncia. Varón y Escudero, junto al premiado Adrián E. Belmonte, registran en el Ayuntamiento una queja formal exigiendo su dinero. «Es un trabajo nuestro, nos ha costado nuestro tiempo y esfuerzo. Dicen que no nos van a pagar nada por ello y encima, como también reflejan en las bases, se van a quedar con los derechos y a publicar nuestros relatos cuando no queremos. Al menos podrían devolvernos nuestras obras para presentarlas a otro concurso», señala la escritora. En su demanda, los autores premiados exigen que se les dé el dinero o se les devuelvan los trabajos. Recuerdan que Aspe siempre ha avisado para asistir a la gala en caso de ser galardonado. «El uso y la costumbre están aquí de nuestro lado y son fuente de derecho en el Código Civil», apuntan textualmente.

Escena séptima. La respuesta. «Entendemos que es un error sin intención oculta. Por ello solicitamos que asuman su responsabilidad y la reparación de los premios de los que hemos sido injustamente desposeídos». El concejal de Juventud, Jonatan Molina, ofrece la versión municipal en la que manifiesta a los reclamantes su «total entendimiento» por la situación «tan desafortunada que se ha producido». Asume que «soy el primero que sabe que esta situación no beneficia ni al concurso ni al Ayuntamiento ni por supuesto a los autores». Sin embargo, «existen unas bases publicadas y aprobadas en órgano de gobierno, las cuales no pueden ser vulneradas de manera arbitraria». Esas bases se aprobaron antes de que Molina fuera nombrado edil. «Las bases de la próxima edición van a cambiar para que este problema no vuelva a ocurrir, vamos a separar el fallo de la entrega de premios, pero para solucionar la situación ya ocurrida no existe solución. Nada más me haría más feliz que solucionarlo», apunta el edil, que añade: «Desgraciadamente el jurista del Ayuntamiento me dice que no existe solución. Les hemos pedido disculpas, pero no podemos hacer más».

Lejos de la lógica

Octava escena. Pisoteando el sentido común. Como suele ocurrir, lo lógico vuelve a ser denostado. El conflicto, eternizado. Y la película llega a un final incierto porque «realmente contratar a un abogado para conseguir el premio nos va a salir más caro que conformarnos», asume Escudero: «Al menos nos queda el periódico para denunciarlo». «Es un error que no tenemos por qué pagar nosotros», señala Varón: «Si esto es fomentar la cultura, pues lo están haciendo fatal», «Todo me parece tan absurdo», «Hemos ganado, pero nos sentimos perdedores».

Reflexión final. «¿No podrían, igual que aprobaron las bases en un órgano de gobierno, convocar a ese órgano para corregir su error?», señala Escudero, quien cree «evidente» que «si acudimos a la Justicia nos dan seguro la razón. Siempre avisan, ¿por qué esta vez no?».

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