En mayo se cumple una década de la colocación de la primera piedra del Museo de la Semana Santa. Han pasado diez años y seis millones de euros de inversión de la Generalitat. El edificio, ubicado sobre una parcela municipal y cedido al Ayuntamiento, está terminado, cerrado y sin uso desde 2017. Esta Semana Santa 2020 el patrimonio religioso local tampoco podrá estrenar nuevo espacio expositivo. El alcalde Eduardo Dolón (PP) ha solicitado mantener con la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades (JMC), presidida por Ignacio Suárez, una reunión para poner sobre la mesa el futuro del uso del espectacular inmueble, ubicado en la avenida de las Habaneras. Reunión que dará continuidad a un primer encuentro mantenido en noviembre.«Se plantean dos opciones: encontrar más espacio dentro del edificio teniendo en cuenta el cambio de uso que se produjo por la anterior Corporación o que la Junta Mayor decida no abandonar su actual sede», según señaló ayer el alcalde Eduardo Dolón. El Ayuntamiento debe plantear además algún tipo de acuerdo o convenio para que la JMC asuma una parte del mantenimiento del edificio en caso de decidir ocuparlo, al igual que lo hacen para su actual sede.
La JMC, por su parte, quiere conocer con claridad qué distribución recibiría y en qué condiciones. El edificio cuenta con tres sótanos y seis plantas sobre rasante. El proyecto inicial contemplaba que las seis plantas sobre rasante y un almacén fueran de uso íntegro para la Semana Santa. Pero Ignacio Suárez explicó ayer en declaraciones a INFORMACIÓN que la distribución planteada por el anterior gobierno de coalición de izquierdas «desvirtúa» por completo el diseño para el que el arquitecto se proyectó el edificio, Javier García Solera, en el que la mayor parte de estancias se concibieron para albergar al Museo de la Semana Santa.
La propuesta del entonces alcalde José Manuel Dolón (Los Verdes), planteada a la Generalitat como administración que financió la infraestructura en el marco el plan Confianza, fue reservar solo la primera y segunda planta de exposición a la Semana Santa, además de uno de los sótanos.
El resto del edificio tendría uso municipal para servicios municipales, con la salvedad de la tercera planta destinada al Museo del Mar y de la Sal, también municipal. Uno de los sótanos es una sala de usos múltiples y salón de actos que cuenta con capacidad para 250 personas. Con esa distribución Suárez duda «de que el edificio pueda mantener esa denominación de Museo de la Semana Santa». Una vez que se ponga sobre la mesa una propuesta clara por parte del Ayuntamiento se sometería a votación de la Junta Mayor.
Renunciar
La opción de renunciar al edificio -si solo se mantienen dos plantas de exposición y un sótano para la JMC- y permanecer en el actual museo no se descarta, y se estudiaría seriamente. Aunque tampoco es la solución para una entidad que atesora un patrimonio muy amplio que no puede exponer en su sede actual. Entidad que, por otra parte, no ha hecho en esta década inversiones en su actual museo -construido por el Ayuntamiento a principios de la década de los 90- ante la expectativa de que se iba a mudar a uno nuevo.
Suárez también especifica que la Semana Santa es consciente que solo puede decidir prescindir del edificio en caso de que no supusiera un «perjuicio económico para el Ayuntamiento, que en definitiva representa a todos los torrevejenses. Y la Semana Santa, al contrario que otras entidades locales, se puede definir porque sí implica a buena parte de los vecinos de Torrevieja».
