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Jorge Olcina: «Hay que ser realistas. Se podrá hacer lo que el presupuesto nos permita»

Geógrafo. Catedrático de Análisis Geográfico Regional y experto en clima, Jorge Olcina, es uno de los dos comisionados del Consell para trabajar por la Vega Baja. Es consciente de la dificultad porque llega un territorio casi colapsado por el desordenado desarrollo urbanístico.

Jorge Olcina, en el campus de la Universidad de Alicante. Isabel Ramón

¿Cuál va a ser su papel?

Coordinar la parte científico-técnica del Plan Vega Baja Renhace. Esto va a suponer la realización de un buen diagnóstico de situación y, en una segunda fase, de un documento de propuestas de actuación. Todo ello bajo la supervisión de Presidencia de la Generalitat, en coordinación con todas las administraciones con competencias en la zona.

¿Parece un trabajo de años?

Por supuesto. Un territorio de riesgo no se arregla en pocos meses. Pero lo importante es iniciar el proceso y generar conciencia e ilusión. Es una oportunidad única de transformación en positivo. Y todas las administraciones deben participar de forma coordinada. Esta es la filosofía de este plan. Así lo entiendo yo.

¿Qué se ha hecho mal?

La Vega Baja es un territorio de riesgo desde época histórica. Ha sabido convivir con los tres problemas principales que existen desde el punto de vista de la peligrosidad natural (inundaciones, sequías y terremotos). Pero es verdad que en las últimas décadas hay dos factores que han incrementado el nivel de riesgo: el nuevo contexto climático, con episodios extremos más frecuentes y la desorganización territorial, es decir, la ocupación de áreas con riesgo. Todo ello ha sometido a la población que vive y trabaja allí a una elevada vulnerabilidad ante episodios como el vivido el pasado mes de septiembre.

¿Se podrá reconstruir un territorio excesivamente ocupado por el urbanismo sin control?

Hay que ser realistas. Se podrá hacer lo que la racionalidad, la sensatez y el presupuesto permita. Habrá que priorizar actuaciones. Serán necesarias soluciones hidráulicas estructurales y, en los casos más evidentes de peligro para la vida humana habrá que proponer la reubicación de usos actuales mal implantados. Pero todo ello, con el consenso mayor posible con los habitantes de la comarca.

Tres actuaciones clave.

Repensar el propio encauzamiento del río, que se muestra insuficiente para asumir el tipo de lluvias que se está registrando últimamente en el litoral mediterráneo. Habrá que proponer la reubicación de algunas zonas de alto riesgo que se han ocupado, sobre todo cuando corra riesgo la vida de las personas allí alojadas. Y habrá que hacer una labor de concienciación y educación para el riesgo en centros educativos, organizaciones y asociaciones directamente relacionadas con el territorio.

¿El Segura es un problema o ahí está la solución?

El río Segura es una pieza clave en la comarca. Es una seña de identidad y un recurso natural y económico vital para este territorio. Por tanto, hay que trabajar las soluciones posibles con todo el cuidado.

La industria agroalimentaria es básica. ¿Cómo solucionamos el problema de la escasez de agua?

Lo más inteligente que se ha hecho en la provincia y especialmente en la Vega Baja durante décadas ha sido diversificar las fuentes de suministro de agua para evitar que las sequías, rasgo natural inherente a nuestro territorio, tuvieran incluso mayores consecuencias económicas. Por tanto, el esquema actual (río Segura, acuíferos, trasvase del Tajo, reutilizaron, desalación) debe mantenerse. Siendo consciente que la agricultura del Bajo Segura debe hacerse cada vez más resiliente en un contexto de cambio climático. Debemos tener un plan B por si nos falla alguna fuente de abastecimiento. Sin que ello suponga, en ningún caso, un coste económico adicional para el agricultor. Ahí está el reto para las administraciones involucradas. Debemos adelantarnos, con inteligencia, a futuras coyunturas que puedan suponer un riesgo para la garantía de agua. El problema del agua y su solución en la provincia debe estar por encima de cuestiones políticas y enfrentamientos.

¿Cree que al ser un nombramiento de Ximo Puig puede meterle de lleno en batallas políticas cuando usted es un técnico?

Sería absurdo. Mire, yo soy geógrafo y esto es lo más importante para mí. Está por encima de la política. Estoy aquí como investigador universitario que intenta solucionar un problema serio. Este proyecto debe estar por encima de los intereses de unos y otros. Estamos hablando de llevar a cabo un plan para reducir el riesgo natural en un territorio que tiene un problema importante y adaptarlo, a la vez, al cambio climático para el futuro. Este objetivo está por encima de la política. Si no se entiende así, mal vamos. En este plan se va a contar con todo el mundo, sea del color político que sea y de la escala administrativa a la que pertenezca. Todos somos necesarios para aportar soluciones. Y, en segundo lugar, los comisionados nombrados no vamos a cobrar un duro. Estamos por el cariño a la Vega. Si no, yo no hubiera aceptado este encargo.

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