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Formentera del Segura

Del custrío al tambalache : Así es el diccionario de Formentera del Segura

Un libro compendia palabras y dichos del castellano «de Murcia», del valenciano y el árabe que siguen vivas en Formentera y la Vega Baja

Higinio Mora, coautor del libro, con un ejemplar.

La singularidad de la Vega Baja se respira por sus poros y es difícil no encontrar un municipio con tradición y arraigo que, de un modo u otro, ha sabido mantener vivo el legado que los padres dejaron en sus hijos y estos en las futuras generaciones. Es el caso de Formentera del Segura, ¡perdón! de Frumentaria , que es la denominación musulmana que tuvo en sus orígenes y que significa «tierra de trigo» porque el municipio, como el resto de la Vega Baja, hasta que el trasvase llegó en la década de los 70, vivió en buena parte del secano (alfalfa, trigo, esparto) y del regadío que alcanzaba a las miles de familias ribereñas o con derechos de aguas del Segura, pero eso es otra historia.

Desde la época visigótica hasta la actualidad Formentera, como buena parte de la Vega Baja, ha mantenido una rica mezcolanza de palabros y dichos que merece la pena (y mucho) el mantener. ¿Y cómo nació todo ?. Muy fácil. Allí se hablaba mozárabe , que acabó sustituyéndose por el hispanoárabe, y ambos dejaron su poso cuando, en 1243, Orihuela pasó a formar parte de la Corona de Castilla y, más tarde, en 1304, del reino de Valencia por el Tratado de Torrellas, heredándose el idioma oficial y hablado por la mayoría de cristianos que era? el valenciano. Así lo recuerda Higinio Mora en su obra «Formentera del Segura: su habla y su contexto histórico», que cofirma con Joaquín Ferrándiz Mingot, ya desaparecido. Ambos tuvieron en la docencia su razón de ser y de ahí su amor por el léxico y la sintaxis.

El cambio de una lengua por otra, como suele pasar, no hizo que se perdieran muchas de las antiguas palabras que seguían explicando, mejor que las nuevas, oficios, tradiciones, modismos o acciones de los vecinos en su quehacer diario. De hecho, no fue hasta 1707 ya través de Felipe V cuando se oficializó el castellano a través del Decreto de Nueva Planta. Pero no fue, digámoslo así, un castellano puro, era una castellano más bien de Murcia, comunidad con la que tantas cosas unen a la Vega Baja. Y, de este modo, castellano (de Murcia), valenciano y árabe entraran en juego.

La labor que ha terminado con la publicación inició Joaquin Ferrándiz quien, «libreta y lápiz en ristre comenzó a anotar todas las palabras, frases y locuciones del habla popular de Formentera», recuerda Higinio Mora. Lo hizo para que no se perdieran porque muchas, evidentemente, han ido cayendo en desuso. Él les ha dado continuidad y vida publicando esta obra. La Concejalía de Cultura de Formentera y la siempre atenta a todo lo que ocurre en la comarca Cátedra Arzobispo Loazes de la Universidad de Alicante han echado el resto.

La obra dedica una parte a recordar la historia del municipio, recuperar documentos del siglo XVIII que aún se conservan en archivos, poner en valor el patrimonio etnológico que se conserva, datos sobre las formas de ganarse la vida de los vecinos o recordar la independencia de Orihuela, en el siglo XVI. Pero el gran trabajo es el que se dedica a «el habla de Formentera», donde es imposible evitar una sonrisa cuando se leen expresiones como se venéis o se quedáis, lusero del alba o ¡la maére que parió a Panete! y, sobre todo, a las cientos de palabras que componen este original «Vocabulario» en el que se ha dado la mayor solemnidad a cada una de las explicaciones de lo que significaba cada vocablo y que se ilustran con fotografías de época y de cómo ha ido evolucionando el municipio. El libro concluye con dos apartados. El primero, es la impagable sección de dimes y diretes, donde se compilan una serie de dichos, refranes y proverbios típicos , muchos de los cuales se conservan, así como canciones de juegos o fragmentos de juegos. De este modo, podemos encontrar buenas palabras enserrás en mal pellejo ; cantarillo que mucho va a la fuente o deja el ansa o deja la frente; dim después de la burra muerta, la sebá al rabo; o el olmo da más que mosquitos , cada una de ellas con su correspondiente explicación.

Y, el segundo, el de los motes con los que eran conocidos las personas y que se utilizaban para diferenciarlos cuando tenían el mismo nombre y / o apellido. El bizco la Palamo, El carriso, El curracha, La Calvacha, El Pere la Pintá, El Mangurrino, El Garbanzo o El Sincuello.«El castellano dialectal de Formentera coincide mayoritariamente con las hablas murcianas vecinas (...) La influencia del sustrato valenciano es muy abundante y ha condicionado, sin duda alguna, la modalidad dialectal del habla, como también del resto de localidades de la Vega Baja , dándole una fisonomía propia. En fonética destaca el sesgo al estilo valenciano, pero en el léxico la herencia lingüística del valenciano es abrumadora y está presente en todos los campos semánticos, especialmente en los que se vinculan al vocabulario básico y aparecen a menudo adaptados al sistema fonético del español », explica el autor.

Maniso: que anda torpe, cansino, sin garbo

Maniso La obra es entrañable y divertida hasta la carcajada, trufada de expresiones que se mantiene en la comarca

A bonico - Hablar en voz baja, cuchicheando para no ser oído.

Acarolinao - Congesionado por un exceso de calorías.

Bartola - Panza.

Boño - Recipiente de cocina que ha recibido un golpe.

Cantamusa - Palabras con las que se aborda a una persona y que resultan empalagosas y pesadas.

Chambi - Helado entre dos galletas que el tío Vito sacaba de la heladora. En los años 55-60 los chambis solían ser de real, dos reales y peseta. Sándwich del inglés .

Custrío - Cubierto de costra, con la piel seca por la labor del campo.

Denguno - Ninguno.

Deslanguío - Delgaducho por enfermedad o mala alimentación.

Enfarar - Resbalar. Del valenciano esvarar , tomado a su vez del aragonés.

Esgosao - Descoyuntado.

Folitraque - Vocablo que se apliacaba a los automóviles pequeños de dos plazas, marca Ford.

Fresa - Días de voracidad del gusado de seda, que comía gran cantidad de hojas de morera.

Floroncona - Mujer tranquilota.

¡Fo! - Expresión discrepante de la manifestada por el interlocutor.

Gayataso - Golpe dado con el cayado.

Girulo - El que está mal de la cabeza o no le funciona la mente.

Gorver - Volver.

Grasiosa - Gaseosa.

Güina - Boina.

¡Gurri gurri! - Voces empleadas para llamar al cerdo.

Horro - Dícese de un animal que no queda preñado.

Jarro de mear - Orinal.

Jamansa - Paliza dada al chico para amansarlo y llevarlo al buen camino. Figuradamente, derrota que se propina en algún juego.

Llanco - Trozo grande de queso, jamón o pan cortado.

Logrerico - Que está clareando antes de salir el sol.

La Majá - Palabra para designar al pueblo de Dolores.

Maltrajinao - Vestido desordenadamente.

Matamáeres - Curandero, así llamo porque mantaban la madre de la enfermedad.

Micheta - Litro de cualquier líquido, especialmente vino.

Órdiga cana - Taco muy usado.

Panchaconejo - Forma de las pantorrillads de algunas mujeres obesas.

Pandorgo - En tiempo de la Guerra Civil se les llamaba así a los de derechas.

Patistibao - De piernas arqueadas.

Percabar - Prevenir lo que va a suceder en un futuro inmediato.

Probético - Que carece de medios económicos o de inteligencia, mala salud o digno de lástima.

Rejalgar - Hacer ruido al respirar por afección bronquial.

Tambalache - Techumbre de hojarasca sostenida por cuatro palos.

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