Enchufo el ordenador y, ¡oh palmera! -que decía mi profesor de Física y Química, don Vicente Sánchez Agulló, Giorgi-, me doy cuenta de que no tengo ni pajorera idea de lo que voy escribir -cosa muy habitual, por otra parte- por lo que me puse a repasar «cosas y casos» que fui dejando dormir el sueño de los justos durante algún tiempo para ver si las musas -las mismas que pasaban de Joan Manuel Serrat en una de sus canciones- me llegaban «por arte de birlibirloque» y me hacían triunfar, casi ganar el Pulitzer, en forma de aceptación (la que me demostráis quienes me leéis cada semana). Pero, chico, ¡ni así!. Le puse velas a todos los santos de la corte celestial y, «ná»; ¡no había forma!.

«Entoses» me «acuerdé» de que a mi amigo Pepeluí Bernabé, hace un tiempo, le habían «choriseao la amoto» y de que mi quiosquero -lo digo con todo mi cariño, «apresio» y considerasión-, Carlos López, me había «preguntao» por el gentilicio de los nacidos en la Vega Baja, «vegabajero» -que es como yo les llamo coloquialmente- o «vegabajense», que es como se les llama en la Wikipedia, que no en el diccionario de la RAE. ¡Vamos a ver si por ahí «'me se' presenta la 'inspirasión' y puedo estar con 'vusotros' una semana 'má'» !.¡Joder, la «amoto» de Pepeluí -que había «removío» Roma con Santiago «pa» ver si la recuperaba- apareció en la segunda capital comarcal, Torrevieja, la «blanca de sal y morena de soles»!. ¡Y estaba «enteretica», porque todos pensábamos que la habían «robao pa» venderla por «piesas» -y eso que estaba «nuevesica»-, sobre todo teniendo en cuenta que los papeles los tenía él -Pepeluí- en su keli!. ¡»Jodíos» «chorisos» y «chapuseros»!. El problema es que «se» compró otra y ahora tenía dos. ¡Siempre quedará la opción de vendarla, sacarse unas perricas y, por lo menos, no estará «to perdío» !. ¡O que me la deje y -con su brother Alberto, el «discolo/promiscuo»-, «nos 'hasemos' unos kilómetros y quemamos gasofa» o «lo que se 'tersie'», aunque la «amoto» es más grande que las montañas rusas de PortAventura y Terra Mítica, juntas, por lo que no sé yo si, con el «cuerpesico enclencuso» que tengo, la podría manejar en plan Marc Márquez!. ¡Pepeluí, que «m'alegro» de la «aparisión» mariana de la amoto!. ¡Esto hay que celebrarlo con unos vinos en El Tranvía!.

El otro asunto -el del gentilicio de las gentes de la Vega Baja- «me se» antoja «beaucoup» (mucho, en español) peliagudo/chungo, porque, según mi quiosquero, Carlos, el palabro «vagabajero» no existe, por lo que, como dice el mentalista Anthony Blair, sólo «es fruto de mi imaginación».

De todas formas, me encomiendo a la diosa de la buena suerte, Fortuna, según la mitología romana, acudo a la RAE y -otra vez- ¡oh palmera!, la única alusión a este gentilicio está referido a una marca de ropa creada por unos «chavales 'comarcanos'» y va unida al concepto de «macarra». ¡Nada más lejos de mi intención!. Nunca diría que mis convecinos «vegabajeros» son unos chuletas que pasan de «to» y que, entre otras cosas, podrían dedicarse a «chorisear amotos» como la de Pepeluí.

¿Qué diría Miguel Hernández si yo me dedicase a menospreciar/insultar a las gentes de la comarca, con las que me identifico en la mayoría de cosas?. ¡Por» sierto», Paquico Escudero ha encontrao un poema inédito de Miguel!. ¡Qué envidia!. Me voy a la Wikipedia y, ¡oh palmera!, veo que un chaval de Almoradí ha creado una página en la que se explica «el panocho vegabajense» como lengua nativa de la Vega Baja.

¡Carlos, esto no lo arregla ni Dios, así es que yo seguiré hablando de «vegabajeros» y tan amigos, que «pa» eso nuestra lengua «vegabajense» es muy rica y con ella nos entendemos todos los «comarcanos», ya seamos de Orihuela, Dolores, Cox, Almoradí, Benejúzar, Guardamar o Pilar de la Horadada, por ejemplo. ¡Oh, palmera!.