En el Instituto de Educación Secundaria Mare Nostrum de Torrevieja los recreos son diferentes desde el inicio de curso. En ese tiempo de asueto no se deja de aprender, pero son los propios alumnos los que asumen el papel de profesores para enseñar a sus compañeros nuevos aprendizajes como inglés oral, japonés, ruso, canto y baile o manualidades. También, los estudiantes de Bachillerato dan clases de apoyo en esos 20 minutos de recreo a los alumnos de la ESO para ayudarles a aprobar esa asignatura que se les atraganta, y los de los ciclos formativos de Educación Física organizan campeonatos deportivos. Algunos profesores también han decidido emplear esos momentos de descanso en enseñar otras habilidades como magia, teatro, ilustrar cómics o pilates. En este centro educativo el patio suele estar vacío. «Es una nueva experiencia coeducativa en la que los alumnos participan en talleres lúdicos y formativos en el tiempo que tienen para el esparcimiento y el almuerzo», explica el coordinador del Departamento de Actividades Extraescolares y profesor, Jesús Cayuelas.

Toca la música del recreo de las 10.40 y todos los alumnos salen corriendo de sus aulas, pero no van al patio, se meten en otras aulas donde en la puerta se anuncia el taller que se va a impartir en esos escasos 20 minutos. Nos colamos en una de las clases donde Natasha, alumna de segundo de Bachillerato, explica a un grupo de chavales cómo pronunciar y escribir los números en japonés. «Me gusta enseñar y que los que vienen a aprender japonés no lo vean como una obligación, sino como algo divertido y que les interesa de verdad», dice esta joven que asegura entender ahora mejor y valorar más a sus docentes tras ponerse en su piel durante los 40 minutos (dos recreos de 20 minutos) en los que es alumna-profesora. Brenda, que estudia segundo de la ESO, acude a las clases de Natasha desde que empezó «porque me gusta aprender idiomas y el japonés es una nueva experiencia, además de que me gustaría ir a Japón».

«El objetivo principal de esta actividad es conseguir la inclusión entre el profesorado y el alumnado y entre los alumnos entre sí y darles una motivación a aquellos a los que les cuesta venir al instituto y así luchamos también contra el absentismo escolar», explica Abel Moya, director del IES Mare Nostrum. En este instituto tienen muy claro que la educación va más allá de las asignaturas obligatorias que se imparten, y gran parte de su profesorado se ha implicado en un proyecto en el que dejan de lado su descanso para el almuerzo para seguir enseñando a sus alumnos otras habilidades; y lo mejor de todo es que han conseguido motivar a todo el alumnado para participar en esta iniciativa, incluso siendo los menores los que asuman esa tarea docente. «Los talleres son motivantes para todos, sean chicos o chicas, tengan 18 o 13 años, esa era la intención y también genera una mejor convivencia entre los estudiantes», señala Moya.

Integración

Además, es una buena forma de integrar a todos los alumnos y que ninguno quede aislado en un rincón del patio. «La gente que no es popular, la que tiene menos habilidades para las relaciones sociales, solía quedarse sola en el patio, muchas veces mirando el móvil, y ahora está dentro, haciendo algo que les gusta junto a sus compañeros», indica Cayuelas. Los alumnos son los que gestionan los talleres que imparten y recibirán al final del curso una certificación sobre la labor docente que han hecho. El siguiente proyecto será la creación de una radio escolar para la que ya han hecho la cuña para anunciarla.

En la biblioteca las mesas sujetan los 10 tableros de ajedrez dispuestos para jugar y aprender. Por la megafonía del centro se anuncia este taller. Todas las mesas están ocupadas al ser uno de los talleres de más éxito y ya se preparan para organizar un torneo al final del trimestre. Cerca de allí, cinco alumnos acuden a la clase de ruso que imparte una compañera suya. En el aula de al lado lo que se aprende es magia. El profesor de Música, Sergio, es el encargado de hacer varios trucos con las cartas. En el siguiente recreo explicará cómo los ha hecho con el objetivo de enseñar a su fiel alumnado aprendiz de Tamariz. Nekane es una de las alumnas más activas del centro. Se ha apuntado a ocho talleres, desde rocódromo a teatro pasando por inglés oral, japonés, cómic o pilates. «Lo que menos me gusta son las 'divertidas' clases de repaso, pero por lo menos me ayudan a hacer los deberes y lo que más el teatro, me parece un arte muy bonito».

A sus 12 años, explica como pocos las virtudes de esta experiencia coeducativa. «Está muy guay porque antes en los recreos no hacía nada porque solo hay pistas de fútbol y baloncesto». Ahora no para en esos 20 minutos «y en cada recreo voy a unos talleres distintos».

Unas voces llaman nuestra atención. En el salón de actos un cuantioso grupo de estudiantes ensaya una obra teatral en otro de los talleres con más asistencia. Tienen solo 20 minutos para aprenderse la escena, en este caso una de violencia machista que representarán el Día contra la Violencia de Género. Más tranquilos están en el piso superior donde la profesora de Educación Física, Ana, está a punto de terminar su taller de pilates, que triunfa entre sus compañeros docentes ya que allí se relajan antes de volver a las clases donde sus alumnos acaban de aprender en el recreo algo más que las materias que imparten.