Solidaridad es una palabra que en la Vega Baja se escribirá en mayúscula a partir de ahora. Miles de personas han ido, y continúan yendo, a la comarca desde todos los rincones del país para ayudar a quienes han perdido todo por culpa de una maldita gota fría, la peor en 140 años, que unida al desbordamiento del Segura y a la rotura de varias motas del río provocó una catástrofe sin precedentes que se llevó consigo tres vidas en la Vega Baja y que ha destrozado otras miles arrasando con sus viviendas, enseres y vehículos. Por no hablar de los negocios que han tenido que echar la persiana para quitar el barro. Pero unos ángeles de la guarda están devolviendo a la comarca las ganas de empezar a sonreír y de creer que puede levantarse de este mazazo.

Son los miles de voluntarios que, sin esperar nada a cambio y gastando su tiempo y su dinero, se han colocado las botas para sacar el lodo de cientos de casas, han ofrecido sus kayaks y lanchas para rescatar a personas y animales y han dado todo lo que podían y más -ropa, muebles, colchones, comida, maquinaria para sacar el agua y un largo etcétera- a quienes la DANA, un nombre que no olvidarán nunca, les arrancó todo lo que tenían. Son la cara invisible de esta tragedia, la que no ha recibido los flashes de las cámaras, pero la que más agradecen los que han recibido su desinteresada ayuda.

«Sin los voluntarios, aún estarían las casas y negocios llenos de barro porque son los que han estado desde el primer día y siguen viniendo, incluso los mismos, en el tiempo libre que tienen», explica Ana Belén González. Para cientos de familias de la Vega Baja, sobre todo de Orihuela y Benferri, es una verdadera heroína sin capa. Cuando el sábado 14 de septiembre puso un mensaje en Facebook pidiendo ayuda tras ver el vídeo de unos amigos suyos que, entre lágrimas, contaban cómo el agua había anegado su casa y su coche, perdiéndolo todo, nunca imaginó que su publicación se compartiría más de 40.000 veces. Su llamamiento se hizo tan viral que recibió más de 3.000 llamadas de toda España ofreciendo desde enseres a comida o, simplemente, su presencia donde hiciera falta para sacar barro o llevar alimentos a quienes quedaron aislados.

Ana Belén ha conseguido movilizar a más de 450 voluntarios que ha coordinado sola, dejando a un lado, incluso, su actividad profesional en una inmobiliaria para centrarse en la labor de «socorro» de aquellos que verdaderamente han necesitado, y siguen necesitando, ayuda. «Creé varios grupos de whatsapp, unos 200, para ir coordinando la ayuda que cada voluntario ofrecía y dónde podía ir, y hemos podido llevar comida, limpiar el lodo, bombear agua o dar electrodomésticos o colchones a cientos de familias», señala.

Esta murciana, afincada en Orihuela, ha vivido muy de cerca esta tragedia. A sus padres los tuvo que rescatar la UME de su casa de El Raal, una pedanía de Murcia cercana a Orihuela. Una de las primeras llamadas que recibió fue de un movimiento social de Barcelona, recuerda, y a partir de ahí fueron cientos y cientos de personas de toda España las que se pusieron en contacto con ella para ayudar del modo que fuera.

«Tuve tantas que me puse en contacto con el Ayuntamiento de Orihuela para ofrecerles el poner en contacto a voluntarios con afectados y al final hemos conseguido llegar al 80% de las zonas de Orihuela donde había alguien que necesitara cualquier tipo de ayuda, es increíble cómo ha reaccionado la gente ante una desgracia, mi teléfono es una bomba, no para de sonar». Hay pocas casas en Orihuela que hayan sufrido los estragos de las inundaciones donde no sepan quién es Ana Belén, la primera que, además, se pone los guantes y las botas para sacar el barro. Así la entrevistamos en la pedanía de El Escorratel de Orihuela, sin duda una de las más afectadas al recibir la furia de la avenida de agua de la rambla de Abanilla, llevándose todo a su paso. En el vivero de Vanesa han quedado con los voluntarios que desde hace días quitan el barro que lo cubre todo.

«Sin los voluntarios, nunca hubiéramos podido limpiar todo, estaríamos mucho peor», comenta, agradecida al medio centenar de personas que, desinteresadamente, están ayudando a que en un futuro, que espera no muy lejano, pueda volver a abrir su negocio. Esta vez son algunos de los componentes del equipo de fútbol de La Pobla de Vallbona, en València, pero también Ana Belén coordina a grupos de voluntarios de scouts de Alicante y Murcia, del movimiento 18-M de Barcelona, de una empresa de aventuras de Blanca (Murcia), de la Federación de Protectoras de Animales de Madrid, y así un largo etcétera, hasta llegar a las más de 450 personas que han respondido a su mensaje de petición de ayuda para colaborar en la zona de la catástrofe.

Ofrecimientos

«Recuerdo que uno de los primeros ofrecimientos fue el de un señor de Lugo diciéndome que me mandaba una bomba de agua, y llegó al día siguiente, cuando más se necesitaba en esos días que las casas estaban anegadas, pero también me sorprendió la llamada de María José, del Colegio de Psicólogos de Madrid, que me pasó su número para que se lo diera a quien necesitara pasar el trauma, y me consta que está atendiendo a varios oriolanos».

Marcos Cantero es uno de los voluntarios que contestó al llamamiento de Ana Belén. «Somos aficionados al rafting y estuvimos en Molins llevando agua y comida en lanchas hinchables y kayaks y también sacamos a muchos animales, como burros, perros o gallinas, que estaban aislados en la huerta, rodeados de agua», recuerda. Fueron unos 20 voluntarios de la Región de Murcia «y al final tuvimos que rescatar a varias personas, algunas con hipotermia, porque no llegaba la UME, que estaba desbordada», cuenta. A raíz de esa experiencia han creado la asociación de salvamento animal 'Línea de vida' «con un protocolo de emergencia que hemos elaborado gracias a la experiencia vivida».

En el centro cívico de la pedanía de Molins se guardan las mantas, sábanas, colchones, toallas, comida infantil, ropa, productos de limpieza o alimentos de primera necesidad que siguen llegando de todos los rincones, donados por personas anónimas y que se reparten entre quienes siguen necesitando ayuda. El alcalde pedáneo, Reyes Esquiva, agradece la colaboración desinteresada de personas como Ana Belén.

«La actitud de la gente ha sido excepcional, el hambre de trabajar con el que han venido los voluntarios aún me emociona, incluso empresas que están donando electrodomésticos y muebles y que, gracias a personas como Ana Belén, estamos coordinando toda esta muestra de solidaridad», señala. Ana Belén es solo un ejemplo de las muchas personas anónimas que lo han dejado todo para ayudar a una comarca que trata de recuperarse de su peor pesadilla.