En el año 2003 se radiografió la Comunitat Valenciana para detectar las zonas de mayor riesgo de inundación y definir las obras que podrían reducir este peligro para la población. La radiografía se materializó en el Patricova (Plan de acción territorial del riesgo de inundación de la Comunitat Valenciana) que incluía normas urbanísticas que deben aplicarse en los planes generales de los municipios afectados y que también obliga a realizar planes de emergencia y mantener sistemas de alerta para disminuir los daños de los temporales cuando se produzcan.

Y en la Comunitat Valenciana se producen cada muy poco tiempo ya que el territorio autonómico representa el 5% del territorio nacional con riesgo de inundación pero soporta el 20% de los episodios de inundaciones de los últimos 500 años, según destacan los expertos.

En la Comunitat Valenciana la inundabilidad de mayor riesgo se concentra en el 12% del territorio, 270.000 hectáreas y 600.000 personas afectadas. De este porcentaje forman parte las poblaciones de Algemesí, Almoradí, Alzira, Carcaixent, Castelló y Orihuela que se incluyen en el «máximo nivel de riesgo global integrado» porque «son propensos a sufrir daños de consideración elevada en todos los criterios analizados: económicos, sociales y medioambientales».

La mayor peligrosidad implica, según el Patricova, «cuando la probabilidad de que en un año cualquiera se sufra, al menos, una inundación entre 0'01 y 0'002 (equivalente a un periodo de retorno entre 100 y 500 años), con un calado máximo generalizado alcanzado por el agua inferior a 80 centímetros (80 cm) y superior a 15 centímetros (15 cm)».

Y la previsión se ha cumplido en el caso de la Vega Baja que, durante el último episodio de lluvias, casi ha calcado la previsión de inundabilidad prevista en el Patricova (ver la imagen superior de esta información) para un periodo de retorno de quinientos años, tal como se observa en la imagen de la derecha captada por el sistema comunitario de imágenes Copérnico. El satélite se activó a petición de las autoridades españolas para colaborar en los trabajos posteriores a las fuertes inundaciones, cuyo caudal ha superado los 80 cm en la Vega Baja.

Las imágenes por satélite y la inspección sobre el terreno de la Conselleria de Política Territorial que dirige Arcadi España ha permitido confirmar las llanuras de inundación previstas por el Patricova en la Vega Baja, que se han prolongado en el tiempo por el bajo nivel freático y la falta de drenaje del terreno. La imagen por satélite también ha facilitado datos sobre el comportamiento de torrentes como la rambla de Abanilla, cuyo cauce se pierde y desemboca en la «llanura de inundación» natural ocupada por el polígono industrial Puente Alto y que según el Plan General de Avenidas de la Cuenca del Segura debería estar encauzada desde 2009. Nunca se ha ejecutado por los recursos del Ayuntamiento de Orihuela que se opuso a la obra cuando estaba lista para licitar porque la consideraban inviable. La crisis enterró el proyecto.

Las imágenes por satélite permitirán ahora a los técnicos de la Conselleria de Obras Públicas analizar posibles soluciones en el plan de acción territorial (PAT) de la Vega Baja, un documento de planificación que estudia con detalle la organización de un territorio con visión más allá de la perspectiva municipal, que se sumará a las medidas previstas en el Patricova para la zona de la Vega Baja. En este rediseño, un instrumento de gran valor puede ser la Infraestructura verde, compuesta por los terrenos -protegidos o no- que cada municipio preserva y que deben estar conectados a nivel local y comarcal.

La infraestructura verde permite habilitar «parques inundables, zonas de desbordamiento de flujo y gestionar los azarbes (acequias que transportan las aguas sobrantes del regadío) para evitar su cubrimiento o incluso hacerlos más grandes».