Desplazarse por un amplio conjunto de calles de la pedanía pilareña de La Torre de la Horadada puede ser una tarea realmente complicada para aquellas personas que presentan una movilidad reducida y necesitan el uso de una silla de ruedas para ir de un sitio a otro.
Una situación que uno de sus vecinos en particular tiene nada más salir de su casa, pero hay muchos más residentes que comparten esta misma problemática desde hace años y que, a día de hoy, sigue sin solucionarse.
La gran dificultad reside en los rebajes de las aceras que se encuentran ubicados en los puntos coincidentes con pasos de peatones y en las esquinas de los cruces de las calles Mar Tirreno, Mar Cantábrico, Mar Egeo o Jónico, entre otras, así como la transitada calle Salar o la avenida Mare Nostrum, pues algunos de los bordillos miden hasta los 12 centímetros de altura y otros están por encima de 8, cuando la normativa plantea unos dos centímetros de altura para ser practicables y califica como nulos aquellos que superen esta cifra.
Esta cuestión es un obstáculo diario para el vecino Julio J. Romero, con movilidad reducida y que depende de una silla de ruedas eléctrica para sus desplazamientos debido a la enfermedad degenerativa que padece. Para él, estos elevados bordillos «son insalvables subirlos, deberán creer que los discapacitados tenemos sillas 4x4», comenta. Del mismo modo, que pasear por su calle o acceder a parques y zonas comerciales, «pero bajarlos supone un trauma para mi columna vertebral ya dañada por la compresión medular que padezco además de una anquilosis vertebral», explica el residente.
Son numerosas las ocasiones en las que este hombre ha sido ayudado para superar «los altísimos rebajes que limitan mi independencia», insiste Julio, matizando que esta circunstancia perjudica a muchos más habitantes de La Torre de la Horadada. Además, estas pequeñas pero significativas dimensiones de las aceras también incomodan a las personas que transitan con carritos de bebé y aquellas que se mueven con patinetes a lo largo de los viales de este pueblo costero y turístico, que en los últimos años ha experimentado un desarrollo urbanístico considerable.
Otros de los aspectos a mejorar son las diferencias de desnivel «y las grandes cotas de inclinación» de las aceras que le costaron a Julio una caída al desequilibrarse la silla y tuvo que ser atendido por Protección Civil. Condiciones en mal estado que obligan a circular por la calzada, «evitando vehículos, siendo un estorbo para los coches y poniendo en riesgo mi integridad física», concluye este vecino ante las barreras arquitectónicas que tiene en su entorno y con las que, de momento, debe convivir, sumando la desconsideración al no respetarse los vados permanentes y los aparcamientos reservados en la vía pública para personas con discapacidad y movilidad reducida.
Obras futuras
De la situación ya es conocedora el Ayuntamiento de Pilar de la Horadada, que tiene sobre la mesa proyectos para solucionar la problemática que presenta La Torre en cuanto a accesibilidad. En este sentido, el concejal de Infraestructuras, Rufino Lancharro, mantiene que se llevará un plan para adaptar las aceras más complicadas y crear una zona con ruta accesible, que abarcará las calles Salar y Brisamar con la plaza Campoamor y las calles Mar Blanco y Mar Tirreno.
Para el edil, unas obras de gran envergadura, que asegura que estarán presentes en los presupuestos de 2020. Además, también se desarrollará otro proyecto de similares características en Pilar de la Horadada y desde el Consistorio se está estudiando la remodelación del Paseo Marítimo Sardinero para salvar los desniveles y conseguir que sea más accesible.
