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Los agricultores reducen a la mitad la plantación de alcachofa por la falta de agua en la Vega

La producción más rentable de la huerta y su seña de identidad vive un momento crítico por el miedo a no poder regarla ante la ausencia de recursos hídricos del Segura y el trasvase del Tajo

Un agricultor de Almoradí camina entre los campos que ha dejado de plantar este año, a la izquierda, y los que ha podido plantar, a la derecha. Tony Sevilla

Faltan pocos días para que concluya el periodo de plantación de la producción agrícola seña de identidad de la agricultura de la Vega Baja, la alcachofa. Y lo va a hacer, tal como relatan muchos agricultores, con mucho menos terreno cultivado de lo que tenían previsto. Los regantes temen realizar la importante inversión necesaria para plantar y que por la persistencia de la sequía no puedan regar las alcachofas. Esto ha desembocado en una reducción de las tierras de cultivo plantadas con este producto tan apreciado. Y que es, además, el más rentable de la huerta de la comarca.

La Asociación Alcachofa Vega Baja todavía no dispone de datos que concluyan que en esta campaña se podrían reducir las 2.000 hectáreas que se plantaron en toda la comarca en la temporada 2018/2019. Pero la realidad vaticina una situación crítica provocada por la falta de agua. «He dejado sin poner la mitad porque no me fío de que no venga agua para regar», explica José Luis, un agricultor de Almoradí, que desde hace 30 años cultiva alcachofa. El año pasado plantó unas 120 tahúllas y esta temporada, con un periodo para plantar que abarca todo el mes de agosto, rondarán las 60. «Las puse con miedo, porque si no hubiese tenido miedo lo hubiese cultivado todo», subraya mientras señala parte del terreno que ha dejado vacío. No muy lejos de Almoradí, pero con una situación más agónica en cuanto a la carencia de agua, Ángel no va a cultivar las 20 tahúllas que tenía previsto en Callosa de Segura. «No me arriesgo y que luego no venga agua», argumenta. Esta situación la conoce muy bien porque las últimas tres tandas del Segura no han traído agua. Junto a sus hijos todos los años plantaba 100 tahúllas de alcachofa. Esta situación de sequía le ha llegado en el año en el que se está retirando de la huerta, algo que también ha influido en la decisión de no arriesgarse. Junto a dos parcelas más, en Dolores y El Mudamiento, va a plantar, como las mismas proporciones que José Luis, la mitad.

Miguel tiene su terreno en la huerta de Rojales. En valores absolutos dista mucho de José Luis y Ángel, pero porcentualmente es igual. «Iba a plantar 14 tahúllas y al final solo planté 7», comenta. «Vamos regando, pero poco. Como no haya agua esto va a ser una ruina», explica. La inversión, como todos los cultivos, cuenta con distintas fases, pero en el caso de la alcachofa, los agricultores tienen que desembolsar un mínimo de 240 euros por tahúlla, aproximadamente, si se opta por el esqueje, el cultivo tradicional. Para los que se decantan por la planta de semilla, la inversión sube a 350 euros. A esta inversión inicial hay que añadirle el labrado, abonado y demás labores. La producción de alcachofa se riega con agua del río Segura en la huerta tradicional y recursos del Trasvase del Tajo y desalinizados en el resto de tierras de regadío.

Lluvias

Las abundantes precipitaciones de la semana pasada llegaron como un respiro en el último minuto para los que recientemente tenían plantadas las alcachofas. Esa alegría vagaba tímidamente con la realidad que volvería los días posteriores y el escepticismo a que estas lluvias salvan la cosecha.

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