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Rojales

Residencia de artistas en una cueva

Las Cuevas del Rodeo cuentan con un alojamiento excavado en la roca destinado al desarrollo de proyectos creativos

Imagen del exterior de la residencia, en la parte baja del zoco. Tony Sevilla

Rojales cuenta con uno de los espacios más singulares de la provincia. El zoco de las Cuevas del Rodeo es el balcón que, a través del arte, se asoma a la llanura de la Vega Baja. Entre las quince cuevas que conforman este entorno de abruptas oquedades, encaladas fachadas y puertas y verjas azules, destaca la residencia ArtNGround. Jennifer-Virginia Rotter es escultora y es una de las personas que la gestiona.

En el siglo XVIII se excavaron las primeras cuevas en la zona montañosa más próxima al núcleo urbano de Rojales buscando la robustez que carecían las casas de cañas y barro. En el XX, sus inquilinos fueron abandonando (nunca en su totalidad) este entramado de cuevas y hace 25 años se iniciaron los trabajos de rehabilitación. En 2016, Jennifer, junto a su pareja, inauguraron este espacio por el que han pasado artistas también del ámbito internacional (Ecuador, Estados Unidos, Japón, Singapur, Finlandia, Suecia y Dinamarca). Los artistas envían su propuesta y, tras ser estudiada y aceptada, se alojan, desde dos semanas a un mes, aunque hay excepciones, para desarrollar su proyecto.

El espacio cuenta con cocina completamente equipada, comedor, dos dormidorios, baño, patio y un aljibe. Un año le llevó a Jennifer y su pareja adecentarlo. No es una residencia cualquiera ya que el hecho de alojarse en una cueva y el entorno adquiere una capacidad transformadora en el artista. «Al tener esta experiencia, el enfoque de la obra luego cambia, es una forma de situarse e inspirarse en el proyecto» comenta Rotter.

«El proceso transformador creativo aquí se ha alterado en una semana, en Madrid hubiese sido un mes» comenta Alejandro el inquilino que se aloja ahora. Viene con un proyecto muy claro. «Yo sabía que mi obra en algún momento iba a tratar sobre el Levante, sus paisajes, sus gentes» explica. Y lo hace con óleo y colores muy vivos. Solo ha pasado semana y media desde que llegó y tiene muy avanzados un lienzo de 120 x 120 cm y otro de 116 x 89 cm. Por delante tiene más de mes y medio para pintar las nueve obras que se ha propuesto.

A Alejandro no le ha costado adaptarse a dormir y trabajar en una cueva, ni tampoco al entorno, que cuenta con una oferta artística de gran variedad, tanto en el invierno con los talleres-cueva, como ahora en verano con los conciertos al aire libre de los viernes y los ciclos de cine.

Los trabajos de cada artesano en su cueva y los que están al aire, complementan al conjunto del zoco y convierten a este espacio de empinadas cuestas en un punto de encuentro de visitantes, artistas, artesanas y artesanos y, también, de inspiración.

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