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El drama de la carencia de agua en la Vega Baja

La siembra del miedo atenaza la huerta

La falta de recursos hídricos en la comarca, que supone el 60% del regadío tradicional de toda la cuenca del Segura, provoca que agricultores se vean obligados a modificar el tipo de cultivo o recolectar antes de que se sequen las plantaciones

Imagen de un bancal de la huerta tradicional afectado por la falta de agua. Tony Sevilla

Ángel, un agricultor de 66 años, no ha podido cultivar las plantaciones de alfalfa que tenía previsto. «No he podido sembrar por miedo a no tener agua», explica el regante. El jueves, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) emitía un comunicado en el que informaba de la prórroga del estado de Alerta, que se decretaba a principios de mes. La evolución a la baja del índice que marca estas categorías, que depende del estado de las reservas y las aportaciones, y el de los dos subsistemas (cuenca y trasvase), «hace prever que puedan entrar en Emergencia -el peor de los escenarios- cerca del 30 de septiembre, final del año hidrológico» rezaba el comunicado.

«Me voy a esperar al invierno, que puede que haya más agua» comenta Ángel a la sombra de una morera resguardado del penetrante sol que ha soportado esta semana en la Vega Baja. No es la primera vez que el tipo de su cultivo marcha al ritmo de la disponibilidad de agua. «He quitado las 'granás' -como se le conocen en la Vega Baja a los granados- y he puesto limoneros porque necesitan muchísima menos agua, con tres o cuatro veces al año se puede salvar, pero a las 'granás' le hace falta agua cada 15 días». «Está todo muerto», grita Luis, un amigo de Ángel, un agricultor callosino. Sus cultivos también han sido afectados por la escasez. Se ha visto obligado a cortar sus plantaciones de alfalfa cuando solo se levantaban un palmo de la tierra, temeroso a que se secaran. «La tanda me tocaba el viernes [de la semana pasada] y no pasaba ni una gota de agua», señalaba resignado.

Desde el Juzgado de Aguas de Almoradí interpretan la situación de «preocupación máxima». El año hidrológico empieza el 1 de octubre y es con el agua disponible en ese momento con lo que se elabora la planificación para todo el año. Hasta el último día del presente curso, 30 de septiembre, desde el juzgado aseguran que el agua está garantizada aunque con dificultad, pero al día siguiente puede que no.

El curso se inició bajo el estado de Prealerta y puede que, atendiendo a las previsiones de la CHS, el que arranca en poco más de dos meses lo haga en Emergencia. «Del 30 de septiembre al 1 de octubre es un mundo. Lo haces regando y al día siguiente en sequía, con unos mínimos pero que no permiten un buen regadío» comenta Daniel Martínez, del Área Técnica del Juzgado de Aguas de Almoradí.

Desequilibrio

«El de la cola, se seca o se ahoga» suelta Ángel con sorna. Con este dicho quiere hacer referencia al desigual acceso del agua en distintos puntos de la comarca. Tiene tierras agrícolas en Catral y se queja de la producción sea mucho menor que otras huertas de la Vega Baja. Como sucede también en Callosa de Segura.

Antes de subirse al coche para visitar los terrenos de un amigo en el término municipal callosino echa un vistazo a la acequia, por si acaso. Son las horas más calurosas y el azul cielo sigue intacto, sin ninguna nube, sin ninguna gota que de lluvia.

En los terrenos de su amigo se aprecian con un vistazo las consecuencias de la escasez. Tiene también alfalfa. Con el último riego no entró el agua suficiente para mojar toda la tierra. Esto ha provocado un marcado desnivel de la altura de las plantas.

Vicente, un agricultor callosino, tiene al lado las tierras en las que ha preferido no plantar nada. «No tenemos agua para poner alcachofas. Con lo que cuesta la planta, ¿Cómo me voy a arriesgar?», aclara indignado con la situación. «Hay huertos que están sin regar dos tandas y algunos hasta seis meses», añade subiendo el tono por la resignación. Para él, la solución si se quiere plantar pasa, como primera acción, por hacer una balsa.

Sin restricciones

Esa diferenciada situación de la que se quejaba Ángel se da en las huertas de Almoradí. Un joven agricultor asegura que de momento no le ha faltado y está regando. Pero el matiz que le sigue no hace que el panorama sea estable. Con tres elementos le amparan para estar en esta situación: regar con agua de pozo, estar ubicado muy próximo al río Segura y al azud -la represa tradicional en el propio cauce que retiene los caudales para el riego- , y contar con el caudal ecológico que está estipulado que por normativa tiene que discurrir por el río. En una situación parecida se encuentra Eloy, también en Almoradí aunque con cierta inquietud. «He regado pero hay preocupación». Desde el Juzgado de Aguas de Almoradí apuntan que a partir del 1 de octubre, «la demarcación puede entrar en Emergencia y nos podemos encontrar un otoño e invierno sin agua. Aunque en ese período las necesidades de agua son un poco menores hay más plantaciones» , explica el técnico.

Sistemas antiguos

Se han adoptado medidas restrictivas que consisten en una disminución del 15% en los derechos para las concesiones de los regadíos anteriores al año 1933 y del 24% para los posteriores. Esta semana, 17 comunidades de regantes del regadío tradicional de la Vega Baja se reunieron con los máximos responsables de la CHS para trasladarles distintos aspectos relacionados con los caudales destinados al riego -también el problema con los residuos sólidos flotantes. Ante las reivindicaciones, desde la CHS asumieron su competencia y les anunció la puesta en marcha de un plan en el que se pretende aumentar los efectivos de la Guardería Fluvial con el objetivo de mejorar el control de los caudales. Además, también trasladaron la preocupación de los más de 50.000 agricultores a los que representan estas 17 comunidades de la mala calidad del agua por las altas concentraciones de salinidad.

La situación de escasez que sufre la Vega Baja viene reflejada por el estado en la que se encuentran los embalses de la cuenca. En su conjunto están al 26% de su capacidad. El que tiene mejor perspectiva es el embalse de Talave, con un 41%, pero es el más pequeño. Sin embargo, el tercero con mayor capacidad de la cuenca, el de Fuensanta es el que sufre la mayor escasez en valores porcentuales. Solo cuenta con un12% de su capacidad.

Esta escasez provoca que agricultores como Ángel, Luis o Vicente apenas ingresen para cubrir los gastos y además condicionen el tipo de cultivo y se vean obligados a recolectar antes del estado óptimo por el riesgo a secarse. Esta es la situación que atraviesa el cultivo de la Vega Baja, la comarca que dispone del 60% del regadío tradicional en la cuenca del Segura.

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