Con menos pólvora y tiradores, se celebró la primera Guerrilla de las fiestas de Moros y Cristianos guardamarencas, que impregnó de estruendo y olor a explosivo las calles céntricas durante la hora que duró este acto de arcabucería en la tarde de ayer.

Había máxima expectación por conocer el tipo de carga que venía de camino y, al final, la espera tuvo su recompensa para los más de setenta arcabuceros, hombres y mujeres fieles a los actos de avancarga, quienes disfrutaron a lo largo de la Avenida País Valenciano hasta alcanzar la Plaza de la Constitución, donde se procedió a la realización de la Entrada al Castillo.

El periplo lleno de incertidumbre acabó ayer por la mañana, cuando un camión con mercancía explosiva, con 102 kilos, llegó al Complejo Deportivo Las Rabosas, Estadio Municipal José García Campillo, de Guardamar del Segura, donde esperaban impacientes varios disparadores de distintas comparsas y miembros de la Junta Central de Moros y Cristianos de la localidad. Entre ellos, el presidente del ente festero, José Alfonso, Ferrer, quien valoró la pólvora nada más salir del interior del vehículo.

Con toda la logística preparada, los disparadores pasaron uno a uno el control de entrega de la pólvora del tipo uno y de grano minúsculo, supervisado por agentes de la Guardia Civil, siendo un total de un kilo para el acto de ayer y dos para aquellos que participan en las dos Guerrillas, ya que la próxima será mañana, viernes, a partir de las 20.00 horas desde la Plaza del Baluarte, pasando por la Calle Mayor y finalizando de nuevo en la Plaza de la Constitución.

Tras la adjudicación de la pólvora, proporcionada en bolsas de plástico selladas, los disparadores pasaron por los puntos donde el armero cargaba la cantimplora con explosivo y a posteriori se procedía al precintado de la misma. Esta rutina se llevó a cabo durante horas, a pesar de que el número de disparadores se ha visto mermado por los últimos acontecimientos vividos en las localidades de Orihuela y Albatera por el problema de calidad y calibre que presentaba la pólvora, que forzó a la suspensión de los actos de arcabucería de las fiestas.

Esta circunstancia provocó de inmediato la alarma en Guardamar del Segura, que vio peligrar sus Guerrillas aunque, al final, pudo ser una realidad pero con menos kilos de los que esperaban -140 era la cantidad prevista en un principio-.

Y, menos mal que llegó, pues las gestiones desde la Junta Central y la Unión de Entidades Festeras de Moros y Cristianos (Undef) hicieron posible que la pólvora llegara a Guardamar, procedente del País Vasco, a su debido tiempo y forma, destacando un ligero incremento de precio de este explosivo, que ha rondado los 35 euros por kilo.

Los arcabuces resonaron por la Avenida País Valenciano, emcabezados por el bando cristiano seguido del bando moro, ante la mirada atenta de muchos valientes que presenciaron los disparos, que fueron disipándose conforme alcanzaban la Plaza de la Constitución, situada a los pies del Ayuntamiento cuya fachada luce a modo de castillo durante estos días de fiesta. Mientras tanto, desde la Plaza de los Labradores, la comparsa Piratas, que ostenta la Capitanía del bando de la cruz, desfila hasta llegar a la céntrica plaza donde espera multitud de público. Una vez allí, esta comparsa fue la primera en ocupar su puesto, seguida de la comparsa Moros Musulmanes. De esta manera, se recreó, una vez más, la Embajada Mora con la representación del acto de la Toma del Castillo y Villa de Guardamar.

Mañana, la segunda Guerrilla volverá a invadir el centro de la localidad. En esta ocasión sera el bando moro el primero, seguido del bando de la cruz, y se llevará a cabo la Embajada Cristiana y el posterior acto del «Moro Traidor», que evidencia la reconquista del Castillo y Villa de Guardamar por parte del Bando Cristiano.