La anulación de la guerrilla única de pólvora prevista para ayer convocó a festeros, no solo tiradores, a participar en una protesta en la que se quemaron tracas, de la mano de un pirotécnico profesional para mostrar el malestar de forma simbólica. Desde el otro lado del río recorrieron los metros que les separaban de la glorieta Gabriel Miró, donde minutos más tarde se iniciaba la toma del castillo. Hace una semana, en asamblea extraordinaria, la Asociación de Moros y Cristianos, decidió cancelar la guerrilla ante la imposibilidad de garantizar la total seguridad de tiradores y público debido a la excesiva granulometría y desaconsejada para el uso en arcabucería.