Un alcalde «valencià» en plena huerta

José Vicente Fernández se convertirá el próximo 15 de junio en regidor de Daya Vieja, el único que tendrá Compromís en la Vega Baja

Un alcalde «valencià» en plena huerta

La localidad de Daya Vieja, con sus 680 habitantes la más pequeña de la Vega Baja, sigue de resaca, la que produjo el vuelco electoral sin precedentes que se dio el pasado domingo en este municipio. José Vicente Fernández, de Compromís, salió elegido nuevo regidor por mayoría absoluta. Quedamos con él en un conocido bar-restaurante. Llega con el sombrero que lo caracteriza, una prenda que lleva desde hace más de 25 años y que desde que murió su abuelo, hace 3, luce en su honor «porque siempre íbamos juntos a una sombrerería de Orihuela a comprarlos». Nada más entrar, las miradas se centran en el que a partir del 15 de junio dirigirá la corporación dayense. Unos lo felicitan, otros lo miran con recelo. No obstante, ha conseguido un hito. Dejar atrás 40 años de gobiernos de centro-derecha -desde UCD en 1979, Alianza Popular entre 1983 y 1991 y el PP desde 1993 hasta el pleno de investidura de dentro de 15 días-, los últimos 16 con un histórico del PP como alcalde, Rafael Vives, que en estos comicios se presentó por Cs y que se ha quedado con 3 ediles, uno menos que Compromís -el PP no obtuvo representación-. «En los pueblos, más que a una ideología, se vota a la persona y sus proyectos», comenta este palmerero de profesión para explicar el éxito de la formación de Mónica Oltra en este pueblo. «Eso, y la oposición que hemos hecho, añadido a la mala gestión del PP, que se ha visto que la gente quería cambio», añade.

La formación de izquierdas valenciana llega así a gobernar en un municipio donde hasta hace menos de 4 años se paseaba por la avenida del Generalísimo, la calle Carmen Polo o se compraba en la vía José Antonio (Primo de Rivera). Dos placas aún recuerdan ese pasado franquista, una frente al chalet del que el 15 de junio dejará de ser regidor. «Esas dos placas las quitaremos cuando tomemos posesión de la Alcaldía, la de General Moscardó, que ahora es Infanta Leonor, y otra de José Antonio que no sé por qué motivo no las retiraron en su día».

En esta localidad huertana no se habla valenciano, pero ha ganado una formación que defiende el aprendizaje obligatorio del «valencià» en los colegios, su uso por los funcionarios como primera lengua o su necesaria titulación para ejercer como profesor, aunque sea en una localidad castellanoparlante. Fernández, que reconoce que no tiene titulación que acredite su nivel de esta lengua «pero parlo una miqueta de valencià» añade, niega que su partido la imponga en la Vega Baja, aunque dice ser un férreo defensor de que se aprenda en los centros educativos «porque defiendo la cultura y es una lengua de nuestra comunidad, minoritaria, y hay que fomentarla y potenciarla». Reconoce que su formación, lejos de imponerle hablar del valenciano, le recomendó que no tocara el tema. «Me dijeron, 'José, no entres en eso porque en la zona castellanoparlante te vas a crear un problema', pero no me importa hablar de ello y censuro a quien utilice el valenciano como un arma política de confrontación, es cultura», zanja.

Deuda

Polémicas aparte, dice que su primera medida es hacer un plan económico «porque la deuda financiera no nos deja seguir adelante, somos uno de los municipios más endeudados y las obras faraónicas nos han salido caras, ahora estamos intervenidos por el Ministerio de Hacienda que no nos quita ojo por el riesgo financiero que tenemos», explica. Y medidas sociales «porque no es lógico que tengamos un médico solo 2 días a la semana, un consultorio sin agua caliente y que solo pase un autocar al día que viene por la mañana y vuelve a mediodía y ahí se acaba el transporte que tenemos y para acabar con ese déficit quiero implicar a toda la comarca», señala.

El que será regidor de Daya Vieja los próximos 4 años cuenta que vive en un piso de protección oficial cuando en el recorrido que hacemos por el bonito municipio pasamos por delante del enorme chalet del todavía alcalde en funciones, Rafael Vives. «Esto es un también un síntoma de las diferentes maneras de ver la política», dice, para, a continuación, indicar que «quiero cambiar la política de rascacielos por la de vivienda de planta baja» (risas), en referencia al apodo de «alcalde de Nueva York» con el que Vives fue conocido en tiempos de bonanza, por los proyectos faraónicos que llevó a cabo en el municipio, con ayuda de la Diputación, como el mirador de la palmera o un ayuntamiento que ya le gustaría a municipios con 20 veces su población. Él prefiere ser recordado con su frase favorita, una cita en latín, «Primus inter pares» («el primero entre iguales») «que define lo que tiene que ser un alcalde, uno más y una persona cercana». Asegura que tendió dos veces la mano a Vives cuando se acercó a felicitarle por el resultado para colaborar «pero lo rechazó de malas maneras», asegura.

El que es el político más valorado del país, según el CIS, el diputado del Congreso Joan Baldoví de Compromís, se ha comprometido a estar el 15 de junio en su toma de posesión. Su sueldo son algo más de 1.600 euros «pero solo cobraré 1.500, lo que pase de ahí lo donaré a las dos asociaciones del pueblo, la de la Tercera Edad y la de mujeres Pinohermoso». Un regidor que buscará desestigmatizar a su partido en pleno corazón de la Vega Baja.

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