«El Abuelo» salió ayer de la iglesia de Santa Ana (Convento de los Padres Franciscanos) luciendo un trono renovado tras la restauración de los cromados y de los grandes ángeles que tiene en cada esquina. Nuestro Padre Jesús Nazareno también lució nuevas faldillas bordadas por Ascensión Pérez Córdoba. Cada año el patrón de Orihuela estrena alguna novedad para salir al encuentro de su pueblo. Los oriolanos volvieron a llenar las calles por donde discurrió la procesión del Miércoles Santo de la Orden Franciscana Seglar y Muy Ilustre Mayordomía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Las escenas de La Pasión que rodean al trono de «El Abuelo» lucieron iluminadas para darle mayor vistosidad. Se trata de unas tallas de madera de ciprés de Rafael Grafiá a las que el pasado año se les puso iluminación ya que pasaban algo más desapercibidas de noche a pesar de la belleza de estas obras artísticas.

Fue el tercio de San Juan (1942) y La Dolorosa (1944), de José Sánchez Lozano, el primero que comenzó el descenso de la cuesta por el barrio de San Francisco para trasladar las imágenes en procesión hasta el Santuario de Monserrate. La escena representa el encuentro de la Virgen con su hijo crucificado y San Juan como testigo del momento. Le siguió el tercio del Cristo de La Agonía (1774), de Francisco Salzillo, portado a hombros. La comitiva estuvo encabezada por la Cruz-Insignia (1987) de la Orden Franciscana Seglar, que representa el «Abrazo de San Francisco», obra de orfebrería de Benedicto Martínez. «Los Armaos» con su banda y su ejército romano, anunciaron la llegada de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una obra que lo representa de camino al monte calvario con la cruz a cuestas y que talló José Sánchez Lozano en 1941. «El Abuelo» estuvo acompañado por más de 1.000 nazarenos con vestas de terciopelo morado. No faltaron las saetas al patrón de la ciudad una vez llegó a Monserrate.

Los oriolanos llenaron las calles de Orihuela para asistir a una procesión que, además de querida, cuenta con una particularidad que la diferencia de la de otros municipios, como es que esta procesión no representa el orden lógico de la secuencia pasional, que portaría primero a Jesús con la cruz y después al crucificado, sino que se le concede el privilegio al Abuelo de participar el último en el desfile.

La de Nuestro Padre Jesús no fue la única procesión en desfilar ayer por las calles de Orihuela. A las 22.30 horas salía la procesión de las cofradías de la Santa Cena y «El Lavatorio» desde la iglesia museo de Nuestra Señora de la Merced, acompañados por la Centuria Romana. Un desfile en oro y plata que se mezcla con la túnica y los capirotes blancos bajo capa azul de «El Lavatorio», en una procesión donde destaca la música y las imágenes, como el paso titular, Jesús en su humildad de lavar los pies al Príncipe de los Apóstoles, obra del imaginero murciano Francisco Salzillo (1.758). Los capirotes blancos bajo capa roja de la Santa Cena tomaron el testigo después.

Hoy procesionará, si el tiempo no lo impide por esa amenaza de lluvia (aunque las últimas predicciones son más optimistas que las del inicio de semana) la procesión de la Hermandad del Silencio con la interpretación del Canto de la Pasión y cargada de una gran solemnidad y respeto, desfilando con la ciudad completamente a oscuras.

Buena Muerte

Ya entrado el Viernes Santo, a las 2 de la madrugada será el turno de la procesión de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte desde el Colegio de Santo Domingo. Un grupo de personas de esta última hermandad, encabezadas por el exvice Hermano Mayor, Fernando Reig, encabeza la petición de que la Buena Muerte salga a las 21 horas del Jueves Santo, tras los Santos Oficios, y no a las 2 de la madrugada por el escaso público que se queda a ver el desfile.

«Nuestra Hermandad se estancará, si no lo está ya, y una solución factible sería cambiar la hora de salida», explicó Reig a este diario, «para conseguir que la presencien y disfruten el máximo de personas y visitantes de toda Orihuela y su huerta», como ocurría antaño y con ese espíritu se recuperó esta tradición por parte de un grupo de amigos hace unos años. La originalidad del acto de penitencia en la plaza Ramón Sijé con la lectura de las Siete Palabras, la poesía o los cantos gregorianos no parecen ser suficientes para atraer el interés de los oriolanos por lo tardío de la procesión, según este grupo de hermanos de la Buena Muerte.