La escritora salmantina Yolanda Izard Anaya ha sido la ganadora del Premio Internacional de Poesía «Miguel Hernández-Comunidad Valenciana» en la edición de 2019. Convocado por la Fundación Cultural Miguel Hernández, dotado con 8.000 euros, un elemento artístico acreditativo y su publicación a cargo de la prestigiosa editorial madrileña Devenir. La obra ganadora lleva por título «Hijos de la piedra».

Yolanda Izard Anaya es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y cursó el doctorado en la Universidad de Extremadura y un Posgrado en Experto en Español para Extranjeros en la UNED. Ha recibido, ente otros, el XXVIII Premio Cáceres de Novela Corta por «Paisajes para evitar la noche» (2003), el VII Premio Carolina Coronado de Novela por «La mirada atenta» (2003), y en 2013 el Premio Andrés Quintanilla de Poesía.

En 2014 quedó preseleccionada en el Premio Herralde de de Novela. Ha publicado tres poemarios: «Reliquias del duende» (1983), «El durmiente y la novia» (1997) y «Defunciones interiores» (2003).

Colabora en el suplemento cultural «La sombra del ciprés» de «El Norte de Castilla». Imparte clases de Español para Extranjeros en la Universidad Europea Miguel de Cervantes e imparte su propio taller de Escritura Creativa y Lectura en Valladolid.

Jurado profesional

El jurado fue presidido, por su condición de patrono de la Entidad, por Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia. Además, el jurado ha estado compuesto por los poetas y profesores Luis Bagué Quílez (Universidad de Murcia), Joaquín Juan Penalva (Universidad Miguel Hernández) y Arcadio López-Casanova (Universidad de Valencia), y el editor Juan Pastor. El director de la entidad convocante ha actuado como secretario.

El profesor Díez de Revenga, presidente del jurado, destaca la buena construcción del libro, poblado de vida y existencia, en el que su autora expresa sensibilidades muy variadas, con un inicial tono elegíaco y después una voz comprometida con su mundo. También resalta la capacidad constructiva del poemario, con un rico lenguaje expresivo lleno de símbolos y metáforas efectivas, y una honda reflexión metapoética en la que se enfrenta a la creación de la poesía.

Joaquín Juan Penalva, como editor responsable de la publicación del poemario ganador, destacaba la distribución y el carácter sólido del libro, su coherencia interna del libro y su fuerza.