Los Dolses está de estreno. Lo está a lo grande, porque inauguran biblioteca. Y no una biblioteca cualquiera. Es una biblioteca de vanguardia donde el espacio se transforma en una gran sala de estar, acogedora y atractiva. Y donde los cuentos esperan a sus pequeños lectores en el sofá o sobre una alfombra en el suelo. En diciembre se puso manos a la obra el equipo docente de este colegio de Infantil y Primaria de Orihuela Costa para conseguir en tres meses que la antigua sala multiusos se haya convertido en el mejor lugar para pasar un rato en el cole. Cien metros cuadrados. Tres ambientes distintos: zona de consulta, sofás (incluyendo zona chill out) y suelo (por supuesto de parqué), para que los escolares disfruten, como mejor les venga en gana, de los fabulosos mundos de las historias del leer...Es uno de los proyectos estrella de este centro escolar que abrió sus puertas en 2000 en el litoral oriolano al compás de su explosión inmobiliaria y demográfica. Pero no es el único que espera poner en marcha el equipo directivo de Los Dolses. Un colegio con personalidad propia. Fiel reflejo del mosaico social, cultural y urbano que como un «trencadís» caracteriza la zona de las llamadas playas de Orihuela. Con pocas cifras uno se hace ya una idea de esta compleja diversidad: 480 alumnos y alumnas, cuarenta nacionalidades diferentes, 65% de escolares de origen extranjero.

Los británicos son los más numerosos, pero el espectro es global. Rusia, Ucrania, Vietnam, India, Países Bajos, Islandia, Marruecos, Rumanía, Bulgaria, Venezuela, Estados Unidos, Suecia, Kirguistán, Lituania, Italia... Sorprende que la solicitud del centro de ser CAES, lo que garantiza un refuerzo de profesorado y menor número de alumnos por aula sólo fuera atendida por la Conselleria el pasado curso. El punto débil de esta población escolar abrumadoramente extranjera es el escaso o nulo dominio de la lengua. «Podemos encontrar clases en las que la mitad de los alumnos desconocen el castellano y la competencia comunicativa de la otra mitad es muy baja», comenta Isaac Bonafé, director del CEIP. Fuera del colegio -en casa, con vecinos o con amigos- se desenvuelven en la lengua de sus países de origen, y en los comercios o lugares de ocio o siempre encuentran a alguien que se comunica con ellos en su idioma, o utilizan lo que Bonafé llama «lingua franca de la Costa», o sea, el inglés. La falta de arraigo, el estar «de paso», no estimula tampoco el aprendizaje del castellano, ni en los chavales ni, menos todavía, en sus familias. «La rotación del alumnado es nuestro gran caballo de batalla, el que viene y se va», dice. Aunque el director lo tiene claro: «Lo que en principio puede parecer un obstáculo, la variedad de idiomas y el desconocimiento del castellano, se puede convertir en fuente de riqueza si se canaliza esa diversidad cultural».

Bilingüismo al natural

De hecho el bilingüismo suele ser rutina diaria en las aulas y alumnos y profesores recurren al inglés para explicar y responder cuando el castellano no se domina todavía. El centro es plurilingüe en el más estricto sentido de la palabra. Y ni siquiera el valenciano se relega. Eso sí, adaptado a distintos niveles según futuras necesidades.

Por eso esta nueva biblioteca de Los Dolses es mucho más. No sólo pone en valor un espacio confortable para la lectura. Es la pieza más visible de un ambicioso plan que pasa por «cambiar mentalidades» y crear conciencia de pertenencia al «cole» cambiando la relación de los escolares y sus familias con el centro. Para el actual equipo directivo formado en julio de 2017, el camino no ha sido fácil. «La gente se había tomado el colegio como un parking, unos llegaban a las diez, otros a las diez y media», recuerda Bonafé, «nos pusimos el jefe de estudios y yo uno en cada puerta a decir que se cerraba a las nueve y cinco» y ya no se abría para nadie más. «Te cuesta que te insulten y te miren mal, pero al final van aprendiendo», recuerda. Con ayuda económica de la Generalitat y, sobre todo, destinando una importante partida del presupuesto del propio centro a este proyecto- «no es gasto, es una inversión», asegura Isaac-, la nueva biblioteca comenzó a funcionar hace unas semanas.

La expectación entre alumnos y alumnas ha sido máxima, y mucho antes de que estuvieran colocados los libros ya entraban a disfrutar de las instalaciones más «guais» del colegio. Animaciones, dramatizaciones, tertulias... Un no parar incluso en horas de recreo que mantiene abiertas sus puertas con la colaboración de alumnos voluntarios y de profesores implicados en el proyecto.

«Soñamos con ampliar el catálogo hasta superar los 4.000 ejemplares este curso, y los servicios de la biblioteca -préstamo, sala de estudio, consulta a internet-, y abrirla a la comunidad por las tardes», aunque reconoce que el otro talón de Aquiles está en otra rotación, la de los profesores que sólo están un curso en el centro y apela a Educación para fomentar la fidelización del profesorado favoreciendo la creación de plantillas más estables.