La Bella Lola ya no agita su pañuelo diciendo adiós desde el dique de Levante. Enseña los papeles del divorcio. En un acto de reivindicación femenina y feminista, la emblemática figura que acompaña a marinos y paseantes desde el codo del paseo del puerto torrevejense ya no despide a su amor eterno, sino que muestra al viento los papeles del divorcio. Y marinos y paseantes podían verlos esta mañana bien sujetos con una funda plástica al pañuelo que le servía de atril.

Más allá de la "ocurrencia", la "broma" o la acción reivindicativa, los papeles que airea la Bella Lola son el particular 8-M de esta escultura de Carmen Fraile que tiene su alter ego (más recatada y modosa, eso sí, más del gusto conservador) en un banco del Paseo de las Rocas (o de Juan Aparicio). Con los papeles del divorcio este popular personaje de habanera no sólo se emancipa de amores marineros sin futuro y sin regreso, también se libera de una letra que la encadena a su eterno rol de mujer objeto: "...cuando en la playa la Bella Lola su larga cola luciendo va, los marineros se vuelven locos y hasta el piloto pierde el compás...".

Convertida en símbolo de la mujer torrevejense, la "broma" tiene sin embargo una lectura más profunda, alejada de la simple y trasnochada dependencia de género, y la interpretación de su mensaje feminista ha de hacerse en clave de libertad, y de dignidad. Porque si pudiera hablar esta escultura desde su rincón en uno de los espacios más frecuentados de la ciudad, hace tiempo que habría denunciado los "manoseos" y tocamientos de carácter sexual a los que a diario se ve sometida. No es broma. Ni exageración. Sólo hay que fijarse en el más que evidente desgaste de su anatomía más femenina (senos y nalgas), producto del "exceso de confianza" de los (y las) paseantes. Desde el señor que hace su kilometraje diario y le toca los pechos o el trasero como quien ficha en su empresa, hasta niños que ven de lo más natural tocarle el culo a esa señora que dice adiós con un pañuelo mirando al mar mientras se hacen una foto.

Algunos pensarán que denunciar los abusos deshonestos de una estatua es rizar el rizo de la reivindicación feminista. Que es una exageración y que sólo es un trozo de metal fundido. Pero las esculturas adornan nuestras ciudades por algo. En ellas se reúnen las virtudes del ser humano, la exaltación de los valores, el elogio del conocimiento y de las virtudes de personas ejemplares, como muestra de respeto, de reconocimiento, de gratitud. La figura de una mujer, obra además de una mujer, representa a todas las mujeres, pasadas, presentes y futuras. Representa su importante papel en la historia, también en la cotidiana, su capacidad de trabajo y de sacrificio, su inteligencia, su dignidad y su libertad.

Las costumbres dicen mucho de la idiosincrasia de la gente y de las ciudades que habitan. En Edimburgo a la estatua del filósofo David Hume se le toca el dedo gordo del pie para propiciar la buena suerte. En Florencia al Porcellino de bronce los turistas le tocan el hocico para regresar a la ciudad. En Praga tocan el perro de San Juan Nepomuceno. Y en Torrevieja las tetas y el culo a la Bella Lola.

Suerte no dará pero volver, seguro que vuelven.

Ayer por la tarde a los "papeles del divorcio" se sumaron lemas reivindicativos en parte de las esculturas del centro de la ciudad:

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Las esculturas hacen huelga feminista en Torrevieja