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La maldición de Orihuela

Hace al menos 16 años que no hay un alcalde en la ciudad que haya tenido un día de tranquilidad

Ayuntamiento de Orihuela, en primer plano, visto desde la iglesia de las Santas Justa y Rufina. tony sevilla

Hace al menos 16 años que no hay un alcalde de OrihuelaDe hecho, entre los cinco últimos hay dos que a día de hoy aún esperan sentarse en el banquillo acusados dentro de una macrocausa -el caso Brugal- por supuesta corrupción en la concesión de la gestión de las basuras ( José Manuel Medina y Mónica Lorente); otro, que no aguantó el mandato y tuvo que pedir una baja ( Monserrate Guillén), uno más que le sustituyó de forma interina y ahora ha abandonado a su partido (o su partido a él, bien no se sabe), y le ha hecho un flaco favor a su secretaria general, Carolina Gracia -de ahí vendrán los males-, al quedarse en el grupo mixto (Antonio Zapata) y haciendo un flaco favor al socialismo de la comarca por la imagen que ha terminado por dar sin que personas de su entorno más cercano, como la nueva directora general del Consell, Antonia Moreno, hayan hecho nada que se sepa para evitar esta sangría de imagen para su ciudad y la comarca-; y, por último, el actual regidor, Emilio Bascuñana, quien ha pasado en menos de cuatro años de tener una imagen DI-VI-NA para la política y todo el plácet del Partido Popular para la encomienda que era el recuperar la Alcaldía y de ser el nuevo mirlo blanco oriolano, a verlo como un indeseable (perdonen la expresión) para buena parte de los suyos sin que él, todavía, se lo explique. No, nos remontaremos al que precedió a todos ellos, a Luis Fernando Cartagena, quien acabó condenado en varios pleitos, uno de ellos por malversación de caudales.

Con todos estos mimbres no es difícil pensar que cualquier vecino de Orihuela mayor de edad vaya a depositar su voto en las urnas de las elecciones municipales del próximo mes de mayo y no se santigüe pensando que igual contribuye con su elección a que el nuevo regidor acabe entre rejas, sufriendo un infarto, expulsado del partido o bien siendo investigado y quizá juzgado por lo que hizo antaño pero que casualmente ha aparecido ahora para cavar su tumba política.

No creo que sea yo el primero que haya pensado que existe una maldición en Orihuela, en el Palacio del Marqués de Arneva, sede del consistorio, que hace que aquel que pisa el despacho de la Esquina del Pavo (donde está la Alcaldía) sea a partir de ese instante incapaz de que alguien le firme un seguro de vida para los restos. A mí siempre me ha llamado la atención que prácticamente esta sala parezca que esté suspendida en el tiempo. Entré hace 25 años con Cartagena y lo único que ha cambiado es de inquilino.

Y con toda esta situación y estos perturbadores elementos, no sé cómo el presidente local Dámaso Aparicio, aquel cuyos Whatsapp's se fotocopiaron y difundieron para su escarnio porque se dedicaba a criticar a su regidor, pero acabó en cambio fortalecido dentro del partido, ha encontrado candidato en Orihuela con un cierto porte al punto de que ha pasado el filtro de Eva Ortiz, la número 2 del PPCV, funcionaria y exconcejala del Ayuntamiento oriolano y quie se conoce al dedillo lo que pasa (como si tuviera escuchas) y a la que, desde hace mucho, pero que mucho tiempo, también la están esperando. En cualquier caso, nada nuevo que ella no sepa.

El Partido Popular es el que ha gobernado en el municipio desde hace más de tres décadas con la salvedad hecha del mandato de Guillén y Los Verdes, por cierto, partido que desapareció del mapa en 2015, y es más que probable que, con o sin pacto (más bien lo primero), pueda mantener la derecha la vara de mando que en estos cuatro años ha tenido importancia capital en la Comunitat porque hasta que Luis Barcala cogió de rebote la Alcaldía de Alicante, Orihuela era el faro de la derecha en todo el Reino de Ximo Puig y el farero era Emilio Bascuñana.

Contaba con cierta chanza mi compañero Valentín Medina que el nuevo mirlo en busca de repetir en la Alcaldía (aunque el presidente nacional Pablo Casado no entienda que haya que cambiar de candidato cuando se ha gobernado ¿bien? en estos cuatro años), que supuestamente es Pepe Vegara, presidente de los Moros y Cristianos, no sabe hacia dónde mirar cuando lo felicitan por la calle. Al principio, se hacía el loco y decía que no sabía de qué iba en este pueblo que tiene fama de no tener secretos que duren más de 24 horas, que son el tiempo que pasa desde que estarías dispuesto a pagar por enterarte de algo a que te lo cuenten a la vuelta de la esquina. Vegara, que no sabe dónde se mete porque esto no son las fiestas donde parte del presupuesto salía del erario público y hasta hace algunos años ni se justificaban las facturas, es el mejor recambio que ha encontrado el presidente local y hombre de su cuerda para hacer olvidar al eterno candidato, a un Paco Sáez Sironi quien lleva cuatro años deshojando la margarita del «sí, no, si pero no, quizá, a lo mejor, según las condiciones, según con quién, me lo pensaré» y el PP, ciertamente, no está para muchas tonterías y si le ha aguantado tanta indecisión es porque sigue siendo el perfil que más se ajusta al modelo de alcalde que les gustaría tener, pero no sólo a ellos, sino a buena parte de los ciudadanos y a otros partidos porque tiene una imagen de hombre bueno con el que, al final he de pensar que seguirán contando.

He llegado hasta aquí mencionando solo dos veces a Emilio Bascuñana y, ustedes me disculparán porque él es el protagonista desde hace mucho tiempo, también en este periódico, pero su futuro no está en sus manos ni en las mías ni en lo que escriba ni siquiera en las de él ni en las de su partido ni tampoco en las de su agrupación local o regional ni, quién sabe, si ni en la de los juzgados. A veces me recuerda un poco a Vegara porque ninguno venía de la política. A diferencia del presidente de los festeros, Bascuñana venía de Cruz Roja y eso le santificaba para el cargo y, aunque algunos hayan querido lanzar tropelías sobre la gestión que hizo en la institución benéfica, cargando las tintas sobre los supuestos sobrecostes que tuvo la construcción de estas instalaciones, tuvo la suerte o la virtud de que, si eran ciertas, nadie haya tenido la valentía de denunciarlas y él se fue de allí condecorado. Esa fue una andanada contra él que no funcionó. Pero evidentemente, esto es la política y te buscan hasta que te encuentran, solos o con compañía, y donde, aunque prefieras no saberlo ni creértelo, sí sabes que de dónde te están viniendo las puñaladas son de los tuyos. Y ya veremos lo que aguanta y todo, ya se sabe, por el interés de Orihuela.

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