La estación de autobuses de Almoradí da la peor bienvenida al municipio a aquellos usuarios que utilizan ese transporte para llegar a la localidad. Quedan pocas paredes y muros libres de los antiestéticos grafitis. Nos solo eso, el abandono de la terminal es evidente en su falta de limpieza y aseo. La suciedad es la nota predominante. Además, aquellos que utilizan esta instalación deben esperar a su autobús, en muchas ocasiones, a la intemperie por la falta de marquesinas. El edificio está cerrado y los cristales rotos de su fachada dan cuenta de que aquí hace mucho tiempo que se despreocuparon por su estado. Los aseos permanecen cerrados y abandonados desde hace meses y el Ayuntamiento decidió poner un váter portátil cuya falta de higiene salta a la vista.

A pesar de que el Consistorio instaló cámaras para evitar actos vandálicos, estos se producen, deteriorando aún más esta terminal que se construyó hace tan solo 10 años y en la que se invirtieron 2,5 millones de euros. El equipo de gobierno actual (PP y Cs) tiene prevista una obra para adecuar la deteriorada estación de autobuses. Con una partida prevista de 60.000 euros, del remanente de tesorería del pasado año, el Consistorio prevé la adecuación de la terminal, principalmente en el edificio principal, con la retirada de las cristaleras «ya que siempre se rompían», explicó la alcaldesa del municipio, la popular María Gómez. «En dos o tres meses estará todo arreglado ya que quedaron todos los pliegos licitados a final del año pasado de los trabajos que se van a hacer y están en un avanzado proceso de contratación», aseguró Gómez, quien justificó el que no se acometan arreglos desde hace meses en la estación «porque estamos esperando a que se adjudique la obra para su reforma, por eso ni se ha pintado».

El abandono de la terminal se produjo tras la renuncia de la concesionaria de la cafetería de la estación. Tras la obra prevista, el Ayuntamiento sacará, de nuevo, la concesión del bar, de la que espera que haya particulares o empresas interesados en este servicio. La mayoría de usuarios de la estación de autobuses son estudiantes que acuden cada día a las universidades de Elche y Orihuela. La frecuencia de paso de los buses no es la que le gustaría a quien utiliza este servicio de transporte.

Desde la oposición, el PSOE, se ha mostrado muy crítico en el estado en el que se encuentra la terminal de autobús. El portavoz socialista de Almoradí, Jaime Pérez, critica «la poca funcionalidad» de la terminal, «no de ahora, desde que se puso en servicio, no se hizo bien la obra, a pesar de que costó mucho dinero», resalta. Pérez señala que nunca ha atraído a muchas compañías de autobuses «y ni siquiera cuenta con unos servicios mínimos decentes». El edil del PSOE exige al gobierno local «que mejore cuanto antes esta instalación» de la que lamenta «que no haya resguardo para los usuarios porque la marquesina está incompleta, es penoso su estado». «Cuando gobernamos junto a Izquierda Unida en este mandato teníamos prevista la reforma de la estación de autobuses, lo llevábamos en los presupuestos que no se pudieron aprobar porque estábamos en minoría», lamenta.

«Vergüenza»

El PSOE de Almoradí considera «una vergüenza» el aseo portátil instalado en la terminal «una muestra más de la ineficacia del gobierno municipal». Los socialistas advierten de la «preocupante imagen exterior del municipio que ofrece el estado de esta infraestructura» y lamentan que sea «la primera impresión que un visitante tiene del municipio; nada más descender del autocar lo que se encuentra es abandono y suciedad».

Si el usuario decide echar un vistazo a las instalaciones, la imagen que va a encontrar dejaría con las ganas de no volver a más de uno. En lo que era hasta hace unos meses la cafetería, las cajas de cartón y un carro de un supermercado son las evidencias de su abandono desde que la concesionaria del servicio lo dejó. Su cristalera está fracturada y el suelo tan sucio como todo lo que le rodea. Muy cerca se encuentra la oficina de atención al usuario de una compañía de autobuses, donde la chapa oxidada de sus paredes y un suelo casi aún más sucio que en del bar denotan que hace mucho tiempo que nadie se sienta detrás de la mesa a informar de los horarios. Sobre esa mesa queda un limpiacristales, con el poco ya se puede hacer.