La concejal de Educación, Begoña Cuartero, ha entregado los premios a los ganadores del concurso de dibujo infantil escolar "Las Abarcas Desiertas" en la Casa-Museo Miguel Hernández. "Este concurso se ha consolidado y esta ha sido ya la novena edición. Ha costado mucho elegir a los ganadores y quiero felicitar a los escolares, a los docentes, a los familiares y a los centros educativos", ha declarado la concejal. Cuartero ha estado acompañada por Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández.

El concurso pretende acercar la figura de Miguel Hernández a los más pequeños. La Fundación Miguel Hernández colabora con este certamen. "Me alegra mucho que la primera actividad hernandiana de 2019, en el que la fundación celebra 25 años, sea aquí y con los niños, que nos contagian su ilusión", ha señalado Larrabide.

Cuartero y Larrabide han querido reconocer la labor de Paco Esteve, antiguo director de la Cátedra Miguel Hernández, que fue uno de los impulsores de este concurso. "Desde el Ayuntamiento de Orihuela queremos mostrar nuestro reconocimiento a Esteve por el gran trabajo que ha realizado", ha expresado la concejal de Educación.

Los ganadores de este año han sido Cristian Lózar Rodriguez, de tres años y alumno del CEIP Virgen de la Puerta; Mario Quesada Piedrahita, de cuatro años de edad y alumno del CEIP Virgen de los Desamparados y Lucía Serna Moreno, de cinco años de edad y alumna del Jesús María San Isidro. El Jurado también ha considerado destacar los trabajos de los alumnos Isabela Ibáñez del CEIP Miguel Hernández; Rodrigo Fernández Antón del CRA Azahar de La Matanza; Deñal Velasco Aguilera del CEIP San Bartolomé y Andrés Navarro Gigolashuili alumno de Nuestra Señora del Carmen.

Aquí el poema de Miguel Hernández que inspira y da nombre al concurso literario:

Por el cinco de enero,

cada enero ponía

mi calzado cabrero

a la ventana fría.

Y encontraba los días

que derriban las puertas,

mis abarcas vacías,

mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,

ni trajes, ni palabras:

siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,

me lamió el cuerpo el río

y del pie a la cabeza

pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,

para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

Y al andar la alborada

removiendo las huertas,

mis abarcas sin nada,

mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana

para ver el calzado

de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,

toda gente de botas

se rió con encono

de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero

de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández