El balneario de lodos es una ruina olvidada en medio de un saladar junto a la laguna de Torrevieja. Aunque la recuperación del proyecto es inviable, quienes lo concibieron sí han reclamado al Ayuntamiento el aval que aportaron cuando se adjudicaron su redacción, encargada por el Ayuntamiento. La junta de gobierno local ha decidido dejar en suspenso una solicitud de la mercantil «Toyo Ito» en la que piden la fianza depositada con motivo de la redacción del proyecto de edificaciones e instalaciones de ampliación del parque de relajación-balneario de Torrevieja, «ya que se ha remitido al departamento de Urbanismo para que emita un informe adicional», según la concejala Fanny Serrano.

La edil secretaria dijo que «nos sorprende que se deba proceder a la devolución de la fianza teniendo en cuenta cómo acabó dicho proyecto, por lo que únicamente queremos realizar un análisis más exhaustivo de la situación y por eso hemos solicitado un informe adicional».

El aval es de unos diez mil euros y se reclama por parte de Toyo Ito y su representante en España para este proyecto, concebido en 2002, Antonio Marqueríe. La empresa reclamó la devolución del aval en 2016, pero no ha sido hasta hace unos meses cuando el funcionario responsable de analizar la documentación confeccionó un informe favorable.

La edil de Urbanismo, Fanny Serrano, valoró, a «título personal», que los arquitectos deberían conocer el entorno y los condicionantes de la zona donde se van a ubicar sus proyectos. En el caso del balneario el suelo escogido estaba sujeto a las autorizaciones de Patrimonio del Estado, el parque natural de las lagunas y el dominio público marítimo terrestre. Fue finalmente la administración estatal de la gestión de Costas la que paralizó la construcción en 2004 por carecer de concesión y ocupar dominio público -que ni tan siquiera se solicitó para empezar las obras-. La construcción supuso un desembolso de 1,5 millones de euros, en parte sufragados por un plan estatal de excelencia turística.

El objetivo del proyecto era encauzar la demanda de baños de lodos que tradicionalmente se toman en las salinas y revitalizar una zona de urbanizaciones residenciales infradotada. Como trasfondo estaba también el interés inmobiliario de un grupo promotor que pretendía urbanizar una de las pocas parcelas con uso residencial que queda en esta zona, y situada frente a la construcción. El actual equipo de gobierno, muy crítico con esta actuación, no ha llevado a cabo ninguna de intervención en el edificio durante estos años. En su día se habló de reubicarlo en una zona no protegida.