Drenar con rapidez la margen izquierda del río Segura en caso de inundación a través de un sistema de bombeos y compuertas similar al utilizado en Holanda para evitar que se aneguen los campos. Ese es el objetivo de un ambicioso proyecto, que requiere una inversión millonaria y que paliaría un problema atávico de esta parte de la Vega Baja: la inundación durante semanas de grandes extensiones de suelo agrícola, y en ocasiones, municipios.

La Vega Baja tiene su propia cuenca de recepción de agua, al margen del río, y su única salida son las azarbes de drenaje de la agricultura de la margen izquierda. Todas las aguas pluviales procedentes de las ramblas de Abanilla y Albatera y que deberían desembocar directamente en el río Segura lo hacen realmente en ese sistema de riego. El terreno está por debajo de la rasante del propio río. No hay pendiente que pueda conducirla por gravedad en situaciones de lluvias intensas. El sistema de riego no solo funciona aquí como una forma de conducción, distribución y reaprovechamiento del agua en los bancales, también es una forma de drenaje del nivel freático, muy superficial en esta zona. Estos cauces permiten que el nivel freático de la tierra «baje» para que puedan ser cultivables. Y también ayudan a desaguar la lluvia, pero quedan totalmente desbordados en momentos de precipitaciones intensas.

Algo que afecta al suelo agrícola tradicional, en especial en zonas como El Realengo, San Felipe Neri o San Fulgencio, pero también en Orihuela, Callosa de Segura, Cox, Catral, Dolores y San Isidro. Lo que genera grandes pérdidas. En algunos episodios el agua alcanza más de un metro de agua, e inunda zonas pobladas.

La Conselleria de Medio Ambiente ha comenzado a reunirse con representantes de los juzgados de agua y comunidades de regantes de la margen izquierda del Segura para trabajar en la elaboración de ese plan de inundabilidad, según explicó el director general del Agua, Manuel Aldeguer. La Generalitat ha contemplado una partida para llevar a cabo este trabajo de consultoría en 300.000 euros en los presupuestos de 2019, que se destinarán a la redacción de ese plan en el que se estudiarán capacidades de desagüe de cada acueducto y las pendientes desde Orihuela a San Fulgencio y el entorno del Hondo. Ese presupuesto para la elaboración del documento da una idea del nivel detalle que se pretende lograr.

Uno de los encuentros con agricultores tuvo lugar hace una semana en San Felipe Neri (Crevillent) y sirvió para perfilar un esquema básico de lo que debería contemplar el proyecto de ejecución final: un sistema de bombeos y compuertas al final de cada uno de los acueductos más importantes que permita dar velocidad y pendiente al agua, y por lo tanto más capacidad de desagüe. Hasta que llegue al cauce viejo del Segura en Guardamar, en la que desembocan todas las azarbes a lo largo de dos kilómetros. En este punto se rebajaría la lámina de agua también de forma artificial. Y de ahí al mar. Es un método similar al que se utiliza en Holanda para evitar inundaciones de los terrenos situados a diez metros bajo el nivel del mar.

La financiación de las obras de bombeo y ampliación del volumen del caudal de azarbes -algunos deberán ensancharse-; e incluso la adaptación del tramo final del cauce antiguo del río Segura correrían a cargo de la Generalitat, aunque es algo por determinar en un propuesta, que la margen de la partida presupuestaria definida para redactar el estudio, está en un momento embrionario.

Rechazo a un gran canal

La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), que también conoce la propuesta, asumiría, a través de la firma de un protocolo con el Consell, una vez esté preparado el pliego, las intervenciones en dominio público para adaptar las ramblas que desembocan en la margen izquierda, en especial la de Abanilla, capaz de acoger 500 metros cúbicos por segundo en episodios de lluvias muy torrenciales. Por ejemplo, el azarbe del Convenio, uno a los que llegan esas aguas puede desaguar 8. En los barrancos y ramblas los proyectos deben contemplar zonas de laminación para que el agua llegue a la huerta de forma menos violenta.

«Como es un tema complejo, que implica a la Generalitat, a ayuntamientos y la Confederación nunca se ha llegado a abordar», explicó Aldeguer. Pero ahora se ha impulsado la iniciativa con la voluntad de que se haga realidad.

Los agricultores expresaron su rechazo a que la solución de este problema sea crear una especie de «autopista del agua» para recoger todas las aguas pluviales de ramblas y dirigirlas al cauce viejo del río en la desembocadura, por los terrenos necesarios para abordarlo. Los regantes sí han mostrado mucho interés en que paralelamente a este proyecto se contemple la posibilidad de la construcción de embalses de cola. Un término acuñado para definir, en momentos de cambio climático, un reservorio de agua que pueda captar los recursos de avenidas al final del río y que permite el aprovechamiento de sus caudales extraordinarios y que ahora van directos al mar.