? El investigador Felipe Mejías relata los horrores que sufrieron quienes acabaron encarcelados en el campo de concentración de Albatera. «No se sabe cuántos hombres murieron allí, a los que no fusilaban los dejaban morir de hambre o de enfermedades como la tuberculosis o el tifus porque no los trataban». A los dos días de estar allí las letrinas de los barracones se atascaron. Dormían a la intemperie hacinados. El mayor número de muertes fue por estreñimiento crónico. «Al no comer, ni beber ni dormir, algunos estuvieron hasta 3 semanas sin poder defecar lo que les perforó el intestino». Cuando bebían, era agua salada lo que les daban.