El fotógrafo Joaquín Carrión se encontraba el lunes pasado escudriñando el paisaje torrevejense para captar una de sus populares imágenes meteorológicas cuando su objetivo se llenó con un pájaro de gran tamaño posado sobre el tejado de una casa de Lomas del Mar. Aquello no era un turista. Plumaje marrón, característico collarín de plumas blanco, cuello pelado, pico poderoso... Aquello era un buitre leonado. Sin duda.

La rapaz estuvo planeando junto a la playa de La Mata y otras zonas de Torrevieja durante dos jornadas. Cernícalos, flamencos, garcetas, garzas o cormoranes ya forman parte habitual del paisaje urbano de Torrevieja -perceptibles incluso para los más despistados- como protagonistas de la gran biodiversidad del cercano Parque Natural de las lagunas de Torrevieja y La Mata. Pero la observación por estos lares de buitres, enormes aves que pueden alcanzar hasta los 2,60 metros de envergadura y los diez kilos de peso, es algo extraordinario, al menos para los no expertos.

El miércoles el Ayuntamiento de Pilar de la Horadada explicó que su personal del área de Medio Ambiente había rescatado a un ejemplar de buitre leonado, desorientado y herido, en la carretera que une esta población y Torremendo, en las estribaciones de Sierra Escalona. Era también un ejemplar joven aunque sin anillar-el de Torrevieja sí lo estaba-, y fue trasladado al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de la Conselleria de Medio Ambiente.

Para el biólogo Juan Antonio Pujol no es raro observar grupos de buitres en vuelos de dispersión. Pueden recorrer hasta 300 kilómetros diarios en busca de alimento, normalmente carroña de grandes mamíferos. Afortunadamente, explica, la población de buitre leonado, al borde de la extinción hace unas décadas, se ha recuperado pasando de 8.000 parejas en 1980 a 25.000 en estos momentos en toda la Península. Existen colonias de cría, por ejemplo, en la Sierra de Mariola, y esta misma semana también se difundió un vídeo del paso de un grupo importante de estos buitres en el espacio protegido junto a de Calblanque, al sur del Mar Menor (Murcia). Los expertos opinan que es probable que los dos ejemplares encontrados en la Vega Baja formen parte de ese grupo. «No es raro que los jóvenes en dispersión se posen a veces en lugares extraños como los que muestran las fotos» de Pilar de la Horadada y Torrevieja. Pues a estos parece que les gusta la playa.