La jornada empieza muy pronto en el Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela, encargado de atender las necesidades de riego de más de 12.000 regantes de la Vega Baja y de hacer el reparto de gastos de cada una de las 11 acequias que gestiona. Sentado en su despacho, el juez de aguas, Francisco Simón, no para de atender el teléfono. Es el encargado de que no haya conflictos entre los regantes por el uso del agua. «Sin el Juzgado de Aguas sería difícil el entendimiento entre los regantes», señala, y añade que «afortunadamente entre los agricultores que dependen de este Juzgado no hay prácticamente roces ya que cada uno sabe el horario que tiene para regar y cuando se le acaba cierra el tablacho haya regado o no, se respetan los turnos escrupulosamente».

Así se viene haciendo desde hace casi 750 años, desde que en el año 1275 el rey Alfonso X «El Sabio» firmó un protocolo para crear la figura del sobrecequiero y dictó las primeras normas escritas de administración del riego. Desde entonces esta entidad jurisdiccional, en su ámbito territorial, dirige la gestión del agua que se emplea en el riego tradicional, el llamado «a manta» o «por inundación», el mismo que introdujeron los musulmanes en el siglo X y administra la distribución de los recursos hídricos que, desde las presas del río Segura, se transportan a través de las acequias hasta los huertos, así como de las aguas sobrantes que son captadas y distribuidas a través de un complejo sistema de azarbes para conseguir su máximo aprovechamiento. Es también el encargado de impartir justicia en lo que contravenga sus ordenanzas en las 7.000 hectáreas de regadío de la huerta del Segura entre el límite con la Región de Murcia hasta los términos de Almoradí y Rojales, de los que ya se ocupa el Juzgado de Aguas almoradidense.

La Generalitat Valenciana acaba de reconocer la labor que lleva a cabo este juzgado centenario con la distinción de la Generalitat que recogió el pasado 9 de octubre, «en reconocimiento del papel del Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela como institución fundamental para la gestión eficiente de un recurso esencial para la Comunitat Valenciana como es el agua, así como de su carácter como institución histórica representativa de las mejores tradiciones», según publicó el decreto del Consell para justificar la concesión del premio. «Es un gran honor», señala Simón, quien espera que la Generalitat siga defendiendo el milenario sistema de riego tradicional de la Vega Baja.

Unesco

El Senado aprobó el pasado mes de septiembre, por unanimidad, el reconocimiento del Juzgado de Aguas de Orihuela como tribunal tradicional y consuetudinario, instando al Gobierno a iniciar los trámites para su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, lo que protegería también al riego tradicional cuyos sobrantes de las acequias, explica el juez de Aguas oriolano, «va a parar a los azarbes y se convierten en aguas vivas que riegan otras parcelas y así va pasando de Beniel a Guardamar la misma agua y reutilizándose hasta seis o siete veces».

El complejo, pero a la vez sencillo, sistema de riego tradicional de la Vega Baja, con su red de acequias, azarbes y norias, permite un eficaz uso del agua que es ideal para el riego de frutas y hortalizas que se cultivan en la zona como son los cítricos -naranjas y limones-, alcachofas, patatas y brócoli, aunque también se riegan «a portillo abierto» apios o lechugas. Un sistema de riego que defiende y gestiona el Juzgado de Aguas de Orihuela que va camino se convertirse en milenario al servicio de los regantes de la huerta oriolana y de su área de influencia.