David Keary (60 años) todavía no se cree que el miércoles pudiera salir apenas con un rasguño en un codo de su apartamento de la urbanización Laguna III, en Orihuela Costa. Explica a INFORMACIÓN, algo aturdido y desorientado todavía, que la casa, un primer piso, se hundía bajo sus pies y la escalera de acceso a la vivienda se desmoronaba en escombros. Solo se le ocurrió subir corriendo a la terraza, que ahora parece que se mantiene de un hilo, arrugada como una pasa, con la apariencia de poder desplomarse de un empujón. Keary, natural de Brentwood, Essex (Inglaterra) y que vive en España desde hace cuatro años, indica que llevaba escuchando ruido de obras del apartamento «de un vecino desde hace semanas», aunque no sabe determinar quién y qué tipo de intervención se estaba realizando.

Este pensionista que esperaba la llegada de su mujer desde Reino Unido explicó que compró en Orihuela Costa porque muchos de sus de sus amigos también lo habían hecho antes. Sobre todo por el buen clima en esta zona del litoral de la Costa Blanca y la gran oferta inmobiliaria. De momento se ha quedado con lo puesto. Y durante un mes el seguro le cubre el realojo en un apartamento de alquiler, que ha gestionado el área de Residentes Extranjeros del Ayuntamiento de Orihuela.

El otro vecino rescatado, en este caso de entre los escombros de la planta baja, también de origen británico, permanece ingresado en el Hospital Universitario de Torrevieja, aunque siendo atendido por una insuficiencia respiratoria que ya padecía con anterioridad.

La edil del Área, Sofía Álvarez, señaló también a este diario que de las ocho viviendas afectadas por el desplome, incluidas las dos que se derrumbaron, solo tres estaban ocupadas de forma permanente. Las dos de los rescatados y una familia de origen indio que pasó la noche en casa del administrador de la fincas. Otras tres viviendas, ahora deshabitadas, permanecen a entidades bancarias, y en dos más los propietarios se encuentran en sus países de origen.

Durante lo que resta de semana está previsto que técnicos del Consorcio de Bomberos y arquitectos del Ayuntamiento de Orihuela comprueben el estado del grupo de viviendas. De momento, todo el entorno, incluidas cuatro calles interiores de la urbanización, están acordonadas y cerradas al paso con vallado de obras.

Ayer a mediodía la concejal Álvarez, que mantuvo una reunión con esas tres familias que se han quedado sin vivienda, declaraba que está gestionando con el Consorcio la posibilidad de se puedan recoger esos efectos personales. Aunque de momento siguen con lo puesto. Ayer también regresaban a sus bungalós varios propietarios con niños pequeños que los dejaron por precaución en la jornada del miércoles.

Los vecinos del residencial y de otras urbanizaciones de la zona, cercana a Alameda del Mar, se acercaron durante toda el día a curiosear. El Ayuntamiento ha dispuesto una patrulla permanente para evitar el acceso al grupo de viviendas -que es muy peligroso- y evitar robos: muebles y pertenencias se han quedado a la vista. Todo hasta que el administrador pueda contratar seguridad privada porque la situación puede prolongarse durante semanas.

Preocupación

La preocupación de los vecinos por las consecuencias del derrumbamiento no quedan en solo se trata de las consecuencias de la obra de un particular. También en el efecto que puede tener sobre el valor de sus propiedades. Un experto en el sector inmobiliario, con clientes en la urbanización, que ayer comprobaba el derribo, indicaba que se trataba de un desplome «extraño». Algo que no había visto nunca en 20 años de experiencia en Orihuela Costa. Que no se podía explicar por deficiencias en las viviendas porque en el resto del residencial todo estaba en orden y sin que los vecinos hubieran denunciado grietas o desperfectos graves.