Los residentes de la urbanización Las Vistas en Lomas de Cabo Roig, Orihuela Costa, denuncian que viven atemorizados desde hace cuatro años. Es el tiempo que lleva viviendo en un bungalow de la zona un hombre que sufre síndrome de Diógenes y acumula montañas de basura en la vivienda y en el patio delantero, y al que los vecinos no dudan en calificar de «violento». Ni siquiera es su casa, entró a ella porque estaba vacía y vive de okupa allí desde entonces. Sus enfrentamientos con los vecinos son habituales.

No hace falta hacer mucho para que esta persona -un español de unos 50 años, pelo por los hombros y barba descuidada, de aspecto desaliñado y con problemas de salud mental- insulte o amenace a quien se le cruza. «Simplemente con mirarle ya te desafía y te dice cualquier cosa, y lo peor es que no sabes cómo va a reaccionar porque ya ha protagonizado algún intento de agresión», relata uno de los vecinos de la zona que prefiere no ser identificado. Hasta este extremo llega el miedo de toda una urbanización a su vecino menos deseado que se pasa el día llevando basura a la vivienda, gesticulando y hablando solo por la calle, incluso en calzoncillos.

El incidente más violento se produjo hace dos veranos. El okupa decidió hacer uso de la piscina comunitaria, donde suele ir a menudo a ducharse y a llevarse agua para desespero de los propietarios. Su mal olor hizo que quienes estaban en ese momento allí se marcharan y uno de los vecinos le pidió, amablemente, que se fuera porque había muchos niños. Lejos de irse, comenzó a gritarle y a insultarle e, incluso, llegó a abofetearle delante de su hija, tras lo cual se atrincheró en la vivienda ocupada blandiendo varios cuchillos y un machete de grandes dimensiones. La Guardia Civil no tardó en llegar, junto a la Policía Local, que desalojó las zonas comunes porque el individuo seguía amenazando con las armas blancas, también a la docena de agentes que se personaron y a los que les costó reducirlo y detenerlo.

Sin embargo, la alegría de los vecinos por la detención duró poco. A las tres semanas regresó y, aunque el entonces propietario de la vivienda, un administrador concursal, puso rejas para evitar que fuera de nuevo ocupada, el individuo las rompió y volvió a instalarse allí. «Tenemos mucho miedo porque está loco, con medicación y puede ser capaz de cualquier cosa y tenemos niños, por lo que me da más miedo aún. Cuando lo veo me voy al lado contrario», relata otra vecina que vive en una de las casas más cercanas al bungalow ocupado que ahora pertenece a la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb).

Los vecinos han dirigido varios escritos al Ayuntamiento de Orihuela solicitando que actúe Servicios Sociales y la Policía Local, sin que hayan recibido una solución. «Es un problema de salubridad y debería intervenir el Ayuntamiento o contactar con el propietario de la vivienda porque no se puede tener a todo un vecindario amedrentado y con toda esa basura acumulada y desde la Policía Local sí que nos dijeron que iba a venir más por la zona, pero poco pueden hacer», lamenta un vecino.

Hedor insoportable

«Lo peor es pasar al lado de la vivienda, el hedor es insoportable, prefiero pasar por un vertedero que huele menos», comenta el propietario de una casa cercana. El okupa lleva cuatro años acumulando todo tipo de basura tanto en el interior como en el exterior del bungalow. El olor es perceptible a varios metros de distancia. En el patio delantero, dos perros ladran sin parar y unos gatos han hecho de ese «estercolero» su colonia. «Hay al menos 20 gatos», explica un vecino. No son los únicos animales. Los insectos han empezado a propagarse por las montañas de basura acumuladas en la entrada. Justo enfrente han culminado las obras en la nave de lo que será un comercio chino. «Los clientes se van a espantar en cuanto lleguen y vean y huelan esto», señala un residente.

No serán los únicos. Algunos vecinos se han marchado de la urbanización y otros tratan de vender desesperadamente sus viviendas, incluso ofreciendo precios por debajo del mercado, «pero en cuanto llegan los posibles compradores y ven esa casa llena de basura salen despavoridos», cuenta un vecino. Incluso hay algún residente que se ha visto obligado a pedir una orden de alejamiento de esta persona tras interponer una denuncia contra ella por agresión y amenazas.

No es el único caso de ocupación de viviendas en la zona. Últimamente han proliferado en Lomas de Cabo Roig. También los robos en las viviendas de la zona, según denuncian los vecinos, que piden amparo a las administraciones.