Los márgenes de la autopista AP-7 a su paso por la comarca de la Vega Baja se han convertido en un vertedero incontrolado donde se acumula basura de todo tipo. Son montañas de residuos formadas por material de construcción, muebles viejos, colchones, plásticos y casi cualquier desecho que se debería depositar en plantas especializadas. Buena parte de esas escombreras se localizan en término municipal de Catral, pero también se encuentran otras muchas en caminos rurales, veredas y el extrarradio de otros municipios.

La basura se ha ido esparciendo poco a poco en terrenos rústicos junto a la autopista , que discurre en paralelo a la antigua vía del tren que quiere transformarse ahora en una vía verde. Entre los escombros se localizan cartones, corchos o plásticos arrumbados entre grandes trozos de cristal y botellas; un polvorín que podría originar incendios, según criticó ayer uno de los integrantes de la Plataforma Anticorrupción en Defensa de la Huerta, Moisés Cruz. Muchas de esos montones de escombros se pueden ver cuando se circula por la carretera y otros, ocultos entre la maleza, se aprecian cuando se camina por la zona. «Tenemos que concienciar más a la población para que no arrojen basuras y escombros a la huerta. Para ello promovemos una campaña en redes sociales con la etiqueta #lahuertanoesunvertedero», añadió Cruz.

El regidor de Catral, Pedro Zaplana, aseguró que la administración local no es ajena a este problema. Explicó que la limpieza del margen de la autopista compete al Ministerio de Fomento, aunque el Ayuntamiento está realizando ese trabajo cada seis meses para evitar una degradación que parece imparable. «Contratamos una pala y un camión y se retiran, como se hace también en otros caminos que sí son de competencia municipal», aseveró el regidor.

Sanciones

Zaplana añadió que gracias a la colaboración vecinal, la Policía Local de Catral ha conseguido sancionar a varios vecinos por incumplir la Ordenanza de Convivencia Ciudadana. «Cada vez hay menos escombreras, pero siguen existiendo porque es imposible controlar los 20 kilómetros cuadrados del término municipal. Sigue existiendo gente que no tiene conciencia por cuidar la huerta y el entorno natural», añadió el alcalde.

El problema de las escombreras que se extienden por la huerta de la Vega Baja no es nuevo, es más bien un mal endémico. La práctica de arrojar todo tipo de desperdicios en cualquier rincón sigue siendo una costumbre habitual que genera focos de insalubridad y afea el paisaje tanto de la zona rústica como del entorno de algunas áreas industriales. Aunque las administraciones actúan de cuando en cuando para retirar toneladas y toneladas de desechos, la estampa sigue repitiéndose. La situación se agrava sin duda por la falta de instalaciones para tratar ciertos desechos en la Vega Baja, que apenas tiene ecoparques, aunque está claro que ello no justifica estos comportamientos incívicos.

Restaurar

Para ayudara solucionar esta situación, la Diputación de Alicante ha aprobado recientemente una batería de subvenciones dotada con un total de 300.000 euros para ayudar a municipios de la provincia a restaurar zonas degradadas por el vertido incontrolado de residuos. En total son 15 ayuntamientos alicantinos los que se beneficiarán de esa línea de ayudas, entre los que sólo figuran cuatro de la Vega Baja, que son Almoradí, Dolores, Granja de Rocamora y San Isidro. Cada municipio recibirá 20.000 euros. Sin embargo, no todos los que pretendían obtener esa subvención la han conseguido. En la comarca del sur alicantino se han quedado fuera de ese plan de ayudas Bigastro y Daya Nueva por insuficiencia presupuestaria de la institución provincial. Al mismo tiempo,se ha desestimado la solicitud presentada por el Ayuntamiento de Guardamar del Segura por no haber sido registrada en el plazo concedido para ello, según se refleja en la resolución.