Imposible caminar por el paseo de Aguamarina en Cabo Roig, Orihuela Costa, sin tropezarse con alguien. Esta avenida de 700 metros, no muy ancha pero que atraviesa la principal zona de ocio del litoral oriolano, ha sido tomado por más de 80 manteros que cada noche, a partir de las 20 horas, instalan sus puestos ambulantes. Así, las mantas sobre las que exhiben los productos falsificados (bolsos, camisetas, gorras, zapatillas deportivas, gafas de sol o relojes), ocupan gran parte del espacio público. Una venta ilegal que desespera a los vecinos de la zona y a hosteleros y comerciantes, ya que se realiza a tan solo dos metros, en el mejor de los casos, de los establecimientos, impidiendo también el tránsito normal de los viandantes, que se reduce a metro y medio de paseo.

La presencia de los manteros en la «milla de oro» de Orihuela Costa no es nueva. El llamado «strip» de Cabo Roig se llena cada verano de inmigrantes subsaharianos coincidiendo con la masiva llegada de turistas extranjeros, sus principales clientes. Cuesta acercarse a ellos y no les gusta la presencia de periodistas. Sí son menos reacios a hablar algunos clientes, como Nancy, una turista inglesa que acaba de comprar unas zapatillas deportivas a su hijo. «Este modelo vale casi 100 euros en las tiendas y aquí me ha costado menos de 20», cuenta, sin darle importancia a que ese calzado no es original. Los manteros exponen material de últimos modelos, las zapatillas más nuevas, los bolsos de la nueva temporada y hasta se puede comprar la camiseta de la Juventus de Cristiano Ronaldo.

Pero esta aceptación por parte de algunos turistas contrasta con el enfado que la masiva presencia del «top manta» genera en comerciantes y hosteleros, que aseguran que están teniendo pérdidas cuantiosas mientras ven cómo los manteros «campan a sus anchas» sin que las administraciones tomen cartas en el asunto. Exigen mayor presencia policial, ya que son conscientes de que la única patrulla de la Policía Local que hay en verano en Orihuela Costa «nada puede hacer». «Vamos a pedir más efectivos policiales para Orihuela Costa, incluida la Guardia Civil, porque además de esta venta ilegal, los manteros amenazan a los dueños de los bares», explica Liam Antony Kiley, de la Federación de Asociaciones de Orihuela Costa (FAOC), quien, lamenta que «la zona de Aguamarina es un sitio sin leyes para los manteros, tienen total libertad para hacer lo que quieran y no hay ordenanzas para ellos que valgan». «Pueden hacer lo que les da la gana», zanja Kiley, impotente al comprobar que la policía no actúa y que ni el Ayuntamiento de Orihuela ni la Subdelegación del Gobierno hacen algo para atajar la situación.

Incautación

La FAOC propone que la policía acuda más a menudo a Orihuela Costa y se incaute de los productos ilegales que venden los manteros «porque si van varios días a confiscarles sus mercancías ya no volverán y se acabaría con el problema».

Los hosteleros de Cabo Roig son los más perjudicados. El paseo que ocupan los manteros está colmado de restaurantes y terrazas muy frecuentadas en esta época del año. Los dueños de negocios de Aguamarina exigen al gobierno oriolano, de PP y Cs, que tome medidas inmediatas para terminar con lo que consideran una «epidemia» de comerciantes ilegales en la franja de Cabo Roig. Así lo señala Raymond Kearney, presidente de la Asociación Empresarial OC Avanza y miembro de la Cámara de Comercio de Orihuela, quien junto a Cabo Roig Strip Commerce Association, exigen más presencia policial.

Kearney asegura que los agentes de la Policía Local «pasan su tiempo revisando negocios honestos que pagan impuestos que operan a lo largo de la franja de Cabo Roig, exigiendo ver los mismos documentos una y otra vez en estos bares y restaurantes legales que brindan un empleo muy necesario en la zona, mientras que no hacen nada con los vendedores ilegales».

Vista gorda

Los empresarios de la zona recuerdan que mientras ellos pagan numerosos impuestos como el de ocupación de vía pública, la seguridad social y el IVA de los productos que venden, además de seguros o electricidad, los manteros llegan a ocupar hasta la zona donde tienen permiso para instalar sus terrazas, sin que la Policía actúe y recibiendo amenazas de los vendedores ilegales. «Es intolerable que se haga la vista gorda a sus actividades ilegales», protesta Kearney. Y es que, el coste de alquilar un local comercial de 100 metros cuadrados en la franja de Cabo Roig es de más de 25.000 euros anuales.

Desde la asociación vecinal «Cabo Roig Clean Up Commitee», integrada por residentes extranjeros que limpian voluntariamente las calles, aseguran que los manteros también dejan mucha basura tirada y suciedad cuando acaba su jornada. «También hacen sus necesidades en la calle y entre los coches, lo que ya es un problema de salubridad», dice un portavoz.

Sobre las 2 de la madrugada, con el menor trasiego de personas por el paseo que discurre junto a la N-332, los manteros recogen la mercancía que no han vendido y se disponen a descansar a la espera de que el nuevo día les depare mejores ventas. Porque su horario es de lunes a domingo. Comerciantes, hosteleros y vecinos saben que ellos son el último escalafón de una gran mafia que hay detrás.