En La Mata no cabe un alfiler este verano. Debe ser el único punto de la costa en el que las calles se han estrechado con el crecimiento urbanístico -para dejar paso a más viviendas-. Los veraneantes, turistas residenciales nacionales en su mayoría, acuden a su espectacular playa, consumen -si pueden- en las terrazas y puestos de artesanía... y pasean. Y tropiezan. El principal paseo del casco urbano de la pedanía discurre en paralelo al mar desde la plaza de Encarnación Puchol. Es de tablones de madera. Lo realizó en su día el Ministerio de Medio Ambiente sobre dominio público con una tarima que da pena verla. Si uno no va advertido y pisa por un extremo el tablón salta como en aquellas escenas de películas de «risa» del cine mudo. No es para tomárselo a guasa. El Ayuntamiento asegura que el problema solo se arregla con una inversión en su renovación total.
Según la Plataforma Independiente de La Mata (PIM), las reclamaciones por responsabilidad patrimonial se pueden contar aquí por docenas todos los años. El PIM es el que ha iniciado una recogida de firmas para presentarlas ante la dirección general de Costas -que acaba de terminar una inversión de más de 350.000 euros en la plaza del Embarcadero-; y que tome nota del cabreo de vecinos y veraneantes sobre el estado del paseo. El malestar derivó el lunes y el martes un peligroso corte de tráfico de la N-332 sin autorización, algo que, por otra parte, no es ajeno al verano torrevejense desde hace más de dos décadas -las protestas y cortes de carretera en plena canícula-. El PIM, oficialmente, no comparte estos cortes improvisados, que ayer mismo los vecinos aseguraban que iban a secundar por tercer día consecutivo.
