n Con aspecto algo cansado, despojado ya de la corbata al poeta Luis García Montero se le iluminó el rostro al encontrar la imagen del poeta Miguel Hernández en la entrada de su casa museo. En solo tres días García Montero ha asumido las riendas del Instituto Cervantes y su reunión anual con 70 directivos -se estaba preparando desde meses atrás en Orihuela por el anterior responsable de la entidad Juan Manuel Bonet-.

García Montero insistió en que llegaba a la ciudad con la intención de «escuchar más que hablar» con los responsables de esos centros en los cinco continentes y conocer el Cervantes «desde dentro». Su objetivo, dijo, es evitar caer en lo que sucede actualmente:«Se va de cabeza y se acaba decidiendo con los pies».

«Es un azar afortunado, y a veces los azares tienen su significación», dijo a los periodistas sobre el hecho de que su estreno como director de la entidad sea en Orihuela y a dos pasos de su casa museo de Miguel Hernández. Lo hará «lo mejor posible» atendiendo el encargo recibido de liderar «una gestión con la máxima transparencia e independencia que merece una institución del Estado», dijo el también escritor y ensayista.Pidió a esos 70 directivos que sean «sinceros» aunque a «media voz» para que tenga conocimiento de los problemas y aciertos en la gestión de los centros. Lo hizo tras rememorar un texto de Azorín que dice que la «sinceridad en España es una virtud funesta».

«Sé las dificultades económicas que hay. El dinero puede ser muy poético cuando se utiliza bien. Obraré con absoluta transparencia y respeto a la independencia del personal y directores del Cervantes», subrayó, y agregó: «Una cosa es tener un empleo que nos ayuda a llegar a fin de mes y otra tener vocación. En los años de recortes abusivos que hemos sufrido solo se ha sostenido la dignidad de lo público gracias a la vocación de los profesionales. Y sé que los directivos me van a hablar no como personas que tienen un empleo, sino como gente que tiene una vocación».

Sobre la situación del Instituto Cervantes dijo: «Podemos hacerlo bien porque en situaciones mucho más difíciles se han conseguido cosas».

García Montero recordó entonces que el que fuera el momento de mayor dificultad en la vida Miguel Hernández, el poeta oriolano escribió uno de los « grandes monumentos a la dignidad humana sobre todas las cosas»: Cancionero y Romancero de Ausencias.

El español, recordó García Montero, se acerca a los 600 millones de hablantes y es una lengua que «se mantiene generacionalmente» por parte de los que se trasladan al extranjero y se estudia como segunda lengua «como prioridad en muchos lugares», lo que repercute en «posibilidades de diálogo». En este sentido explicó: «Voy a defender la difusión del español en el mundo» y «divulgar las distintas lenguas y culturas que se integran en la nación española», subrayó.