Orihuela se transformó ayer en Uryula para recrear «El sueño del Embajador», una fantasía protagonizada por los Moros Viejos de Abén Mohor, que se vistieron de gala para trasladar al público a un mundo onírico entre elementos legendarios y mitológicos. La ciudad acogió anoche el desfile de la Entrada Mora con un espectáculo lleno de color y fantasía para recordar la historia y leyenda de La Reconquista.

El embajador de las huestes moras, Enrique Riquelme Terrés, participó exultante con su harén de favoritas formado por su esposa, Trini Vidal y sus hijas, Elena y María, como abanderadas de la comparsa. La música festera adquirió todo el protagonismo con «El sueño de Aben Mohor», una marcha escrita y estrenada especialmente para la Embajada 2018. La partitura está vinculada a cada una de las partes que ayer se pudo ver en el boato, con el palmeral, la alegoría tempestuosa, el modelo de ciudad, el harén de favoritas y el embajador y su guardia de Moros Viejos.

Buhonero

El desfile comenzó con un buhonero y su aprendiz narrando el sueño del embajador, que reproducía su ideal de ciudad, conjugando la belleza de su palmeral paradisiaco, danzarinas y animales fantásticos con la convivencia en paz entre culturas. Pero en ese sueño también hubo parte de pesadilla, representada con una «mantícora», legendaria criatura perteneciente a la mitología persa. La tormenta, inspirada por los colores fríos que aparecieron en el humo, fajines de músicos y porteadores, dejó paso después a la calma y la gama cromática se tornó cálida. Entre ninfas con vasijas doradas, grupos de bailarinas y elegantes corceles, se pudo ver hasta la silueta de Sierra de Orihuela con las torres del castillo. Todo ello protegido por las filas masculinas y femeninas de la comparsa.

El emblema creado especialmente para la embajada por los Moros Viejos incluyó, como figura central, una hoja de higuera debido al vínculo familiar del embajador con el poeta Miguel Hernández, siendo además un árbol emblemático de la cultura y gastronomía árabes. No faltaron la luna y la cimitarra, símbolos de la comparsa, todo ello enmarcado en un arabesco con los colores negro, oro y naranja. A los embajadores les seguieron las otras nueves comparsas del bando moro, aunque durante el desfile también hubo espacio para una única cristiana: la Armengola Mercedes Andreu, que volvió a recibir el aplauso por ser la heroína de Orihuela.