En torno a un centenar de bañistas y vecinos de la Cala del Moro (o del Mal Paso) se concentraron ayer sobre la arena de la playa para reclamar al Ayuntamiento que modifique su decisión de convertir este espacio litoral en una playa accesible al baño de perros. Los vecinos, en su mayoría propietarios de apartamentos junto al mar, aseguran que no están en contra de que se habilite la zona canina, pero mantienen que se ha hecho «una chapuza» que no contenta a nadie.

María de los Ángeles Córdoba, que habló ayer para INFORMACIÓN en representación de estos usuarios, indicó que los vecinos no fueron consultados, y la mayoría de ellos, turistas residenciales procedentes de otras zonas de la comarca y del país, se enteraron que la Cala del Moro sería playa canina cuando ya todo estaba decidido.

Situado entre Cabo Cervera y la playa de Los Locos, este tranquilo tramo de costa es de los menos conocidos por turistas y veraneantes; necesita especificaciones concretas para llegar en coche.Una zona que alterna una pequeña cala con arena, la más cercana a los residenciales, con litoral rocoso pero accesible al mar. Los vecinos han explicado que desde hace años son muchos los usuarios que llegan con sus mascotas para que los animales se bañen utilizando las rocas como plataforma «sin ningún problema». Pero ahora también podrán ocupar la pequeña playa que es la utilizada principalmente por los propietarios de viviendas.

Según Córdoba, el concejal de Playas, Javier Manzanares, les dijo que era cuestión de habituarse, y que la playa canina atraería turismo y chiringuitos. «No queremos turismo y chiringuitos», indicó, sino «estar tranquilos», al tiempo que otros concentrados cuestionaban por qué no se planteaba la playa para perros «en Cabo Cervera, delante del (restaurante) Barlovento, con los socorristas y la limpieza diaria que nosotros no tenemos».

Tanto Cala del Moro como Punta Margalla -donde también hubo protesta el domingo en el mismo tono- son tramos urbanos del litoral donde los residentes, literalmente a pie de playa, son usuarios habituales de estas zonas que son poco frecuentadas por el gran público por la presencia de rocas. Su designación como zonas de «baño canino» ha levantado ampollas entre unos vecinos que sobre todo valoran la tranquilidad de la zona.

El edil de Playas confía en que la situación «se vaya normalizando» poco a poco mientras afirma que se retirarán los carteles de prohibición para perros que todavía pueden verse en la Cala del Moro y se instalarán dispensadores especiales para los excrementos de las mascotas, algo que también preocupa a los vecinos. Pero de momento las espadas siguen en alto. La señalización que permitía el baño de animales en Punta Margalla desapareció hace unos días tras alguna acción de protesta particular.

A la protesta del pasado domingo, además, siguió una cacerolada que improvisaron el miércoles las vecinas que no ven con buenos ojos las mascotas en la playa de sus veranos. «Llegó un despliegue impresionante de Policía Local y Guardia Civil diciendo que estábamos alterando el orden público», afirmó Córdoba, quien recordó que la señalización que ubicó el Ayuntamiento habla de «recomendaciones» y no obligaciones cuando pide, por ejemplo, que los perros vayan atados.

Las discusiones entre pros y contras de la playa para canes se suceden a diario y la controversia ha provocado ya algún momento de tensión entre detractores y defensores. Estos últimos, por su parte, han convocado una «quedada perruna» para el próximo lunes a las 18 horas en Punta Margalla en la que destacan la palabra «civismo».